Capítulo 23

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Mi reflejo se ve mejor de lo que esperaba, ahora mi melena larga ha pasado a ser la mitad, a la altura de los hombros, junto con un flequillo cortina que cae a ambos lados de mi frente. Mi cabello se ve muy suave gracias al tratamiento que Isabel insistió en hacerme, incluso el brillo natural es mucho más intenso. Paso los dedos por mi cabello, cerciorándome que es real y no un simple sueño. No creo haber sido capaz de cortarme la melena, antes no lo hubiera hecho ni aunque me pagaran. Ahora me siento más expuesta, ya no puedo esconderme tras las matas que solían cubrir mi rostro.

—Estás increíble—aparece Isabel a mi lado, viéndose reflejada en el espejo al igual que yo.— Hoy va a ser una gran noche—admite ampliando su sonrisa.

Esta noche es la fiesta en nuestra casa, el jardín se encuentra repleto de mesas con canapés y platillos de lujo, también hay camareros trajeados paseándose con copas de champán y cava. Toda la estancia se encuentra decorada hasta el más mínimo detalle, con toques beige y crema. Desde luego, he de admitir que Isabel se ha esforzado mucho en que todo quedase perfecto. Incluso la piscina se encuentra iluminada por luces que hacen un ambiente más relajante, todo es abrumador. Aún falta media hora para que los invitados comiencen a llegar, aunque yo ya empiezo a sentir los nervios a flor de piel.

Por primera vez en toda mi vida, me he puesto un vestido de gala, bastante sencillo, pero bonito. Es difícil reconocerme detrás de todos estos adornos y maquillaje, aunque me gusta la imagen que veo ante mí. No parezco rota, es más, parezco una joven feliz y llena de vida.

—Vamos a ver a tu hermano—Isabel me aparta del espejo, tomándome del brazo y llevándome hasta la habitación de Adrián. He de admitir que, con estos tacones, me cuesta seguirle el paso a la mujer que acostumbra a llevarlos a diario.

Ella está muy guapa, como siempre, con un vestido elegante que se ajusta a su cuerpo y un recogido de lo más elaborado, pero sencillo. A pesar de los años, sigo viéndola como la primera vez hace quince años. Cuando Hugo y yo nos peleábamos, y Adri era el que tenía que interceder entre los dos. Es gracioso lo que han cambiado nuestras vidas, lo felices que éramos en aquellas épocas y no supimos valorar lo suficiente. Ahora que lo pienso, nunca le he preguntado a Hugo qué fue de su vida en el internado de Irlanda, o qué es de su vida ahora, en realidad no lo conozco en absoluto.

—Wow—suspiro al ver a mi hermano en traje, él me observa de la misma forma, igual de sorprendido que yo.

—Estás...muy guapa, Juls—sus palabras quedan flotando en el aire cuando me fijo en sus pupilas, doy un par de pasos hacia él, lo que provoca que se aleje de mí. Frunzo el ceño, molesta por su acción anterior.

—Voy a la entrada a recibir a los invitados, quedaos por aquí—recuerda Isabel con un tono cantarín y desaparece de la habitación.

—Estás drogado—admito en voz alta, aún intentando convencerme de que es real.

—¿Qué? Claro que no— rechista haciéndose el ofendido, intenta pasar por mi lado, pero al agarrarlo del brazo se tambalea.

—Estás drogado—insisto con seriedad. Obtengo silencio a cambio. — No me puedo creer que hagas esto—pongo los ojos en blanco, suelto mi agarre y me dirijo hacia la entrada junto a Isabel para poder distraerme con los saludos.

Para nuestra sorpresa, acuden muchas personas a la fiesta. Los saludo con una sonrisa afable, y escucho sus piropos hacia mí o mi vestido, aunque no me conocen de nada. Agradezco los cumplidos en silencio y sigo saludando al resto de personas que entran. Al final resulta que la noche es un auténtico éxito, no solo por la ingente cantidad de personas que aparecen, sino por el apoyo que le dan a Isabel y a su empresa. No solo hay clientes, también están los empleados de bufete, y algunos socios.

HiraethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora