—Espera, ¿qué? —pregunta Olivia, con el rostro descompuesto y los ojos abiertos como platos.
—No sé lo que me pasa—respondo confusa ante mi confesión.
He vuelto a quedar con mis amigas, esta vez he sido yo la que les ha hablado, necesitaba deshacerme de estos pensamientos que me comían viva. Necesitaba contarle a alguien lo que ha pasado tanto con Elio como con Hugo últimamente. Ellas se ven más que satisfechas con oírme hablar de ellos, al parecer sospechaban que fuera asexual, me reí ante sus ocurrencias. Aunque sí que es cierto que hace demasiado tiempo que no me acuesto con nadie, ahora que lo pienso, el último fue hace un par de años, un simple acto sin sentimientos involucrados una noche de fiesta, ahora que lo pienso parecen haber pasado siglos. En este tiempo no es que haya sentido la necesidad, y cuando lo hacía me servía de mis propias habilidades para satisfacerme, hasta que llegaron ellos.
—Lo que te pasa es que tienes a dos chicos guapísimos detrás de ti, y te los quieres tirar—suelta la pelinegra con una gran sonrisa, interrumpiendo mis cavilaciones.
—¡Olivia! —la regaña mi otra amiga a su lado.
—¿Qué? —protesta haciendo un puchero—Me dirás que es mentira—esta vez se dirige a mí, con una ceja alzada y la sonrisa socarrona dibujada en el rostro.
Antes de que consiga decir algo, Rita interviene.
—Juls, ¿tú qué sientes por cada uno? —interroga, con una mirada inquisitiva. Incluso Olivia se ha quedado muda, expectante por una respuesta.
—Elio es claramente atractivo. Solo con su presencia calienta una sala. Es un apoyo importante para mí, desde lo del hospital y eso, nos hemos vuelto más cercanos. — admito un poco cohibida por mis palabras, se me hace raro decirlo en voz alta. — Pero nunca pensé que yo le gustaría, no lo sé, es algo que me pilló por sorpresa.
—Deberías valorarte más—suelta Olivia, incapaz de mantenerse callada.
—¿Y Hugo? —menciona la otra, curiosa por mi respuesta.
—Hugo...—solo de pronunciar su nombre ya me sale una sonrisa—Con él tengo algo que no puedo explicar, es una persona con la que me siento yo misma. No lo sé. Es...—intento decir, pero las palabras se quedan flotando en el ambiente.
—Julieta—me llama la pelirroja—¿Alguna vez has estado enamorada?
Esas palabras causan un efecto raro en mí.
—No lo creo—me encojo de hombros. —¿Qué se siente al estarlo? —esta vez soy yo la que la pilla por sorpresa, pero pronto se repone y sonríe.
—Es como bailar una canción que sabes que está hecha para ti, una sensación que te abraza—cierra sus ojos y sonríe, entonces al volver a abrirlos lo veo, justo en lo más profundo de sus pupilas, el amor que se hace presente en ellas.
—No seas cursi, Rita—protesta su mejor amiga con un tono burlesco—Estar enamorada es subjetivo, cuando estés dispuesta a dejarlo todo por alguien, o cuando haya una voz dentro de ti que te lo susurre, ahí es—afirma con total seguridad y esta vez puedo notarlo en sus ojos también, está ahí, más oculto que en los de la pelirroja, pero sigue ahí.
Suspiro, no muy convencida de sus explicaciones.
—Cuando lo estés lo sabrás—admite una de ellas confiada.
Sacudo la cabeza y me obligo a cambiar de tema.
—¿Qué es de vosotras? —comento, pillándolas un poco por sorpresa.
—Pues la verdad es que hemos encontrado trabajo—comenta la pelinegra con una sonrisa que le llega hasta los ojos—Al fin podemos mandar a la mierda a ese asqueroso—pone una mueca desagradable y finge tener un escalofrío.

ESTÁS LEYENDO
Hiraeth
Novela JuvenilJulieta Rojas era una adolescente normal y corriente, hasta que de pronto todo su mundo se puso patas arriba. Desde ese maldito día ya no volvió a ser la misma, en realidad ya nunca lo sería. Su entorno cambió, al igual que ella. Todo lo hizo. Llegó...