El coche pega un frenazo justo en el punto en el que debería estar mi amiga, pero no está. Entro en pánico, oteo el lugar y la diviso a lo lejos, con un chico agarrándola del brazo y forcejeando con ella. Salto del coche y salgo disparada hacia ellos sin pensármelo ni un segundo. Al no tener experiencia en ningún tipo de lucha o arte marcial, mi primer instinto recae en la patada hacia la entrepierna del hombre. No me ve venir y por eso mi rodilla impacta de lleno, provocando que aúlle y se retuerza de dolor en el suelo, el bendito factor sorpresa. Con esto consigo que la suelte, pero el muy desgraciado me agarra por el brazo y aunque intento soltarme su agarre es firme. Se incorpora a los segundos y me suelta un puñetazo casi sin haberlo visto venir. Escucho el grito ahogado de Olivia cuando caigo de culo contra el asfalto para que luego todo se vuelva borroso.
No sé muy bien dónde me encuentro, la cabeza me da vueltas y estoy un poco mareada, sé que me llevan, pero no sé quién o adónde.
Tardo unos segundos en volver a ser consciente, gracias al cielo estoy en el coche de nuevo, eso sí, con un dolor inmenso en el ojo izquierdo y la parte superior del pómulo. El vehículo se encuentra en movimiento.
—De verdad que haces honor a tu nombre, Rojas—escucho a mi lado—Eres una suicida.
Giro la cabeza y veo al moreno con una mirada desaprobatoria.
—¿Y qué querías que hiciera, Morales? —me quejo a la defensiva.
—¡Dejarme a mí darle un puñetazo! —exclama como si fuera algo obvio.
—¿Te la quieres dar de machito? —cuestiono seriamente.
—No, solo está el pequeño detalle de que mido una cabeza más que tú, quizás contra un tío de dos metros tenga más ventajas—suelta de forma irónica, a lo que yo pongo los ojos en blanco.
—Es verdad, Juls—admite Olivia con la voz aterrorizada—Te has expuesto a un peligro innecesario por mi culpa—baja la cabeza —Lo siento.
—Prométeme que no volverás a hacer esas idioteces otra vez.
—Lo prometo.
—Por lo menos dinos si su coche está peor que la cara de la señorita Julieta—dice Hugo cambiando complemente a un tono bromista.
—Oh, por supuesto—sonríe orgullosa—Como se atreva a tocar a mi amiga, le pienso partir los huesos—cruje los dedos entre sus manos intentando verse intimidante.
—Me has llamado llorando—le recuerdo con una ceja arqueada, claramente escéptica.
—¡Claro! —exclama—Eran cuatro desgraciados contra una.
—¿Cuatro?
—Sí, aunque el peor es el exnovio de Ri—explica—Ese no hubiera tenido piedad contigo—no sé por qué, pero me estremezco.
—¿Pero qué pasó durante mi momento de inconsciencia? —cuestiono confusa, tengo algunas lagunas, el conductor toma una bocanada de aire dispuesto a narrar su punto de vista.
—Saliste a lo heroína del coche, no tengo ni idea de cómo llegaste tan rápido hasta ellos, tú le diste una muy buena patada y fuiste a soltar la mano de tu amiga. Pero te apresó a ti también y para dejarte inconsciente te pegó un puñetazo. —frunce el ceño, poniendo cara agria—Entonces caíste al suelo...
—Mientras el imbécil intentó llevarme de nuevo—interrumpe Olivia.
—Exacto. Entonces aparecí yo de sorpresa y le di un puñetazo en la nariz y asunto arreglado—sonríe orgulloso, cual niño de cinco años tras haberle dado un caramelo.
—Fue un buen gancho—añade la de atrás, provocando que el otro se crezca aún más poniendo una pose arrogante.
Durante el resto del camino Olivia nos cuenta que rompió los cristales del coche a pedradas y le abolló todo el capó a un Porsche. A un maldito Porsche. Esta chica está muy loca. El problema fue cuando la alarma sonó, la muy idiota no había pensado en ese detalle y como era obvio la vieron e inmediatamente se echó a correr. La persiguieron, algunos con motos y otros corriendo tras de ella, tuvo la ventaja de ser más rápida y más astuta para esconderse. Por suerte está sana y salva y el hecho de que llevase una sudadera negra con capucha impide que el único que la conoce, el ex de Rita, la hubiera reconocido.

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Hiraeth
Teen FictionJulieta Rojas era una adolescente normal y corriente, hasta que de pronto todo su mundo se puso patas arriba. Desde ese maldito día ya no volvió a ser la misma, en realidad ya nunca lo sería. Su entorno cambió, al igual que ella. Todo lo hizo. Llegó...