—¡Juls, tráeme esa caja de ahí! —farfulla mi amiga pelirroja con un alfiler entre sus labios, suena agitada y no es para menos, ya que estamos a tan solo veinte minutos del estreno.
Obedezco en silencio y le acerco la caja con las telas, ella las dispone alrededor de la niña vestida de princesa. Lo hace delicadamente, y me pide que la entretenga para que se quede quieta. Le echo un vistazo a la chiquilla, la cual me mira fijamente a través de sus lentes de aumento, me ofrece una sonrisa inocente y llena de alegría. Imito el gesto, y me arrodillo para estar a su altura, se queda embelesada con mi cabello y se dedica a jugar con él con alegría.
—Pareces una princesa—menciona enrollando un mechón sobre su dedo índice.
Me río ante su ocurrencia.
—Eres muy guapa—continúa con sus piropos, muy feliz.
—Tú también—acomodo su cabello de forma que su larga coleta caiga sobre uno de sus hombros.
—Yo quiero a ese príncipe—dice igual de alegre, señalando hacia un lugar del escenario que desconozco. Me giro para descubrir quién le ha arrebatado el corazón a esta pequeña, y no consigo aguantar la carcajada cuando entreveo a Hugo en el lugar indicado.
—Tienes que ser un poquito mayor—miento intentando no explotar la burbuja que se ha creado, ella pone un puchero y refunfuña sobre lo mucho que quiere a su príncipe.
—Milady, ya estás guapísima—celebra mi amiga, guiñandome un ojo y dejándome libre para dedicarme a alguna otra tarea.
Me doy la vuelta para buscar a Agnes entre el gentío revolucionado, la verdad es que el día de hoy se sienten los nervios en el ambiente. Casi no queda nada para el gran estreno, al que acudirán algunas personas importantes de la ciudad.
—Si el príncipe no puede ser mío, que sea tuyo—exclama la niña conforme me alejo de ellas, vuelvo la mirada hacia ellas, sorprendida, y ambas me sonríen de oreja a oreja.
Niego la cabeza, sin borrar la sonrisa y continúo con la misión de buscar a la señora en silla de ruedas.
Me tropiezo contra una señora, a la que se le ve muy alterada, ni siquiera me mira a la cara, sino que murmura algo entre dientes. Descubro a un niño, quizás de unos doce años, escondido detrás de ella.
—¿La puedo ayudar en algo? —pregunto, sacándola de sus pensamientos.
Al principio se la ve un poco desorientada, todavía con la cabeza en otra parte.
—Mi otro hijo se ha escapado—confiesa, igual de alterada—Fui al baño con el mayor, y le dije que me esperase, pero no está. No sé dónde se pudo haber metido—se lamenta llevándose una mano al rostro.
—Tranquila, seguro que está por ahí, embelesado con tanto traqueteo—intento tranquilizarla de la mejor forma que puedo—Vamos a buscarlo, usted lo busca por la zona de los baños, y yo voy por las áreas de vestuario y maquillaje—propongo, a lo que asiente todavía nerviosa.
—Es un niño de seis años que va vestido de princesa, y tiene un collar rojo—advierte antes de dirigirse hacia la zona donde lo perdió.
Asiento en silencio, y me dirijo hacia donde se encuentra Rita, que ahora está con otro de los niños, esta vez arreglándole un broche que al parecer se ha roto.
—¿Has visto un niño vestido de princesa? —pregunto, obteniendo una negación rotunda—Si lo encuentras, llámame, está desaparecido—advierto antes de dirigirme con prisas hacia la zona de maquillaje.
Por allí, solo vislumbro a más madres dándole los últimos retoques a los que quedan por maquillar. Bufo un tanto impaciente por la ausencia del niño. Camino por las demás zonas, comenzando a exasperarme por no encontrarlo. Intento agudizar la vista, y preguntarle a cada persona con la que me encuentro, pero todos niegan sobre haber visto a un niño con esas características.
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Hiraeth
Teen FictionJulieta Rojas era una adolescente normal y corriente, hasta que de pronto todo su mundo se puso patas arriba. Desde ese maldito día ya no volvió a ser la misma, en realidad ya nunca lo sería. Su entorno cambió, al igual que ella. Todo lo hizo. Llegó...