Capítulo 34: "EL VERDADERO REY"

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Alphard había escuchado a Ogien llamarlo después del estruendo, por lo que, luego de caer a varios metros de él, se puso de pie de inmediato, al hacerlo, pudo ver como la tierra se levantó y los gritos de la gente que corría buscando refugio de lo desconocido le entorpecían los sentidos.

Sentía su corazón latir desbocado, y cuando el polvo bajó, buscó a su familia notando que Alice estaba herida seguro por proteger a Afner, pero ya ambos estaban con Fayer y Catalina, aun cuando el pequeño lloraba, volteó a la derecha y entonces notó la presencia de ese dragón rojo, ahora sí lo mataría, sin embargo, no dio ni dos pasos en esa dirección cuando otro rayo cortó el aire y le cayó en los pies haciéndolo saltar y mirar arriba.

En el cielo divisó la figura de un dragón blanco de gran tamaño, tan prístino que se camuflaba con las nubes de ese día soleado, sintió el peso de esa mirada en él, y una gran confusión al verlo, ya que pensaba que Ogien era el último dragón blanco, además que aquel, los estaba atacando.

—¡¿QUIÉN DEMONIOS ERES?! —preguntó el rubio en un grito.

—Esa no es la forma de hablarle al verdadero Rey de Valyria.

Al escuchar eso, Alphard abrió sus ojos como platos por el asombro y volteó a ver a los demás que le rodeaban, al parecer su telepatía iba dirigida a todos los presentes y los dragones reconocían esa voz, mas no sabían qué hacer, incluso Fayer se mostraba dudoso de cómo actuar, por lo que solo volvió a ver al cielo.

—Me disculpo por eso entonces —continuó Alphard—, pero debe saber que todos le creían muerto, yo soy...

—Sé quién eres... y muy pronto no serás.

El dragón se lanzó en picada al suelo con una velocidad impresionante, derribando a Alphard con un golpe en el estómago y entonces tomó su forma humana y caminó hacia él mirándolo desde arriba con aire imponente, su largo y blanco cabello era inconfundible con respecto al retrato que vio en el palacio, pero esos ojos le miraban con odio.

Al verlo en persona todos los dragones presentes se arrodillaron ante él, con excepción de Fayer, sin embargo, nadie se acercó, aun así, Alphard no se dejó amedrentar y se puso en pie frente a ese hombre tan alto como él mismo.

—Si busca pelear, no me contendré solo porque sea quien es, mi familia va primero...

—Tenemos mucho en común al parecer, tampoco me contendré, y esto lo hago por mi familia —dicho eso, volteó a ver a Ogien con decepción y después continuó mirando a los ojos de Alphard—... al parecer fui descuidado y debí matarte cuando maté a Lerna.

Al escuchar esa declaración, que al parecer también escucharon todos alrededor, las dudas que siempre tuvo a lo largo de su vida llegaron nuevamente, aclarándose de inmediato.

¿Por qué si su madre era una hidra casi tan grande como él mismo había muerto en manos de unos simples cazadores?

¿Por qué su padre no usó su magia para defenderla de ellos?

Su padre dijo que la conoció encontrándola herida, pero ¿Quién le había hecho ese daño? ¿De quién huía?

Ahora todo tenía sentido, por eso habían enviado a Ogien a Eretz, porque ese hombre ante él, ese hombre que lo miraba con rabia sabía de ese lugar... porque ya había estado allí, entonces Alphard siseó en respuesta.

—Inténtalo ahora entonces...

Y con una fuerza descomunal golpeó al mayor que, en el aire, tomó su forma de dragón y sin dudar Alphard tomó su forma de hidra, ya no le importaba quien fuera, debía hacerlo pagar por lo que hizo, por todo lo que le quitó desde antes de nacer.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora