Capítulo 13: LA LEYENDA DE LA HIDRA NEGRA

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El dragón rojo derribó a Alphard. En el momento que esas alas rojas se asomaron Alphard sabía que el malnacido de Agir no iba a hacer caso y esperó el ataque, debía admitir que era valiente al atacar con esas heridas, pero cuando cayó con él encima, sólo lo miraba con burla entre golpe y golpe ya que estos no le causaban ningún daño a su rostro.

Ambos parecían estar dispuestos a llegar hasta el final, y Ogien no podía permitir una locura así. Dejó a su bebé en los brazos de Galathos y se metió en la pelea; tomó a Agir por el cuello con su brazo y jaló de él para quitarlo de encima de Alphard, ambos dragones rodaron por el suelo y Ogien no dudó en impactar su puño en la mandíbula del pelirrojo, él reaccionó y se giró dejando al albino debajo, levantó el puño, pero, apenas se dio cuenta de quién era, se detuvo.

El dragón blanco estaba que ardía en rabia y miró al pelirrojo con autoridad, levantándose y encarándolo.

—Dije basta —ordenó, y Agir se encogió en una reverencia, sangrante y agitado—. Esto es todo, no he vuelto para esto, Alphard es mi pareja y todos ustedes deben respetarlo, él es quien me ha cuidado todo este tiempo, si no hubiera sido por él, yo estaría muerto desde hace mucho tiempo, le debo la vida, y lo amo, así que cualquiera que tenga una actitud siquiera parecida a la de Agir se las verá con mi fuego.

La pelea se había convertido en todo un espectáculo cuando los demás dragones entraron y Ogien detuvo a Agir, Alphard no dejó de mirarlos con sus ojos llenos de furia encendida como una hoguera mientras su pareja explicaba una vez más lo obvio de su relación, y, agitado, el albino recibió a su pequeño de nueva cuenta y ordenó a todos que salieran, sólo entonces se relajó y se sintió mal por todo aquello.

—Lo siento, perdóname Alphard, no creí que pasaría esto, me aseguraré de que no suceda de nuevo... ¿Estás bien? —le tomó el rostro con su mano libre—. Hablaré con Agir cuando lleguemos al palacio, por favor, no hagas caso de sus provocaciones, ten en cuenta que ha liderado a los dragones desde hace mucho contra las hidras... Al... De verdad lo siento mucho.

El rubio negó por la disculpa de su amado.

—No te preocupes... yo sí imaginé que esto pasaría con algunos dragones, no debe ser fácil que una hidra sea la pareja de su príncipe, pero, ese Agir ya está advertido Ogien, no dudaré en matar si es necesario.

—Yo sé que no dudarás, es por eso que intervine, me haré cargo de ello, Agir entenderá, ya verás.

De nuevo sobre las pieles, con el menor acurrucado a su lado, Alphard no logró dormir del todo, había algo que le preocupaba sin duda, no tanto que Agir amara a Ogien, pero si este era un especialista en matar hidras, ¿por qué no recibió daño alguno? Era obvio que durante la pelea no se estaba conteniendo, se le veía furioso, y era el capitán de esos dragones, pero entonces, ¿qué clase de hidra era el mismo?

Ogien tampoco pudo dormir, aunque por una razón muy diferente, sólo se quedó con los ojos cerrados esperando el amanecer algo alerta, pues, no olvidaba la onda de poder que liberó, seguramente había alertado a las hidras.

Al llegar el alba, todos se prepararon rápidamente para partir, Agir estaba de malas, y herido, mantenía su brazo contra su cuerpo mientras seguía con lo suyo, Ogien sintió pena por él, pero no iba a ayudarlo a sabiendas de que había desobedecido una orden suya, le miró con recelo y el dragón rojo bajó la mirada.

Pronto todos estuvieron en el aire, con el pelirrojo al frente sobre otro dragón ya que le sería difícil volar por su brazo herido, la muralla ya era visible en el horizonte y Ogien estaba tranquilo, con la guardia baja, por lo que no notó a sus "acompañantes".

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora