Capítulo 1 "EL CALOR DE UN ERROR COMETIDO"

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Eretz era una tierra milenaria, en la cual vivían muchas razas diferentes en paz, y era reinada con justicia e igualdad casi totalmente. 

Hacía dos años ya que el joven dragón Ogien Belenus habitaba esa pacífica tierra, y en todo ese tiempo, había tratado desesperadamente y sin éxito de conocer el secreto de los Stellian, poderosos serafines con magia increíble que, se rumoreaba, tenían el poder de atravesar las barreras del espacio y el tiempo, todo con el fin de regresar a su mundo. Sin embargo, mucho se decía de ellos y poco se sabía con certeza, resultandole imposible hallarlos y así, la esperanza de regresar con sus padres al mundo paralelo de Valyria cedía espacio a la resignación de que tal vez no podría hacerlo jamás.   

Se la pasaba cazando algún animal para comer, vestido casi siempre con su forma dragonaria, y aunque las gemas incrustadas por sus padres en su frente le restringían un poco sus poderes, solía tener éxito al atrapar una presa de buen tamaño usando su aliento de fuego para "cocinar" la carne. Aparentemente las cosas no estaban tan mal, después de sus malas experiencias con las personas del reino, había decidido permanecer oculto, pues fuese un dragón o una persona, su exótica belleza era un problema entre comerciantes de esclavos, pervertidos, cazadores furtivos y caza fortunas, todos empeñados en sacar provecho de alguna forma.   

Pensaba que podía seguir así, simplemente estar oculto, y que de alguna forma, en algún momento, encontraría a alguien de confianza que le ayudase a dar con la información que requería. Pero Ogien desconocía una cosa importante de su cuerpo, una que nunca le fue comunicada, ni había recibido educación para poder controlarlo o protegerse, y a su edad de veintidós años, el tiempo ya era tardío para los cambios.   

Era una agradable mañana de otoño, el sol brillaba y las hojas en el suelo parecían más coloridas que nunca, aunque se sentía un poco extraño desde que despertó, decidió que le apetecía algo de pescado, por lo que, en su forma humana, había salido a pescar.  

Estaba concentrado en el agua, esperando el momento perfecto para atravesar al gran pez con su lanza cuando un extraño calor comenzó a crecer en su cuerpo; pensando que tal vez estaba cayendo en una fiebre comió bien, e incluso se dio un baño en las frías aguas de ese río para bajar su extraña temperatura, pero notaba mucha actividad a su alrededor, ya que los animales se le acercaban más que de costumbre.  

Esa sensación de ardor se calmaba en momentos, y en otros incluso le desesperaba, pero no fue hasta que un enorme oso trató de "atacarlo" que decidió tomar su forma dragonaria y volar lejos de ese sitio, aunque nunca imaginó que criaturas más grandes lo seguirían.  

Ogien sabía que no era el único dragón en Eretz, pero verlos volar hacia él fue impresionante. Primero, trató de escapar, pero las gemas que no podía sacarse no le dejaban tomar la velocidad que él hubiese deseado y al ver que lo seguirían hasta su guarida, decidió que debía atacar. 

La pelea inició, aquellos dragones se atacaban entre ellos y a él. Eran demasiado agresivos, como si compitieran entre sí por un pedazo de carne, lanzando zarpazos, mordidas, aliento de fuego; las enormes bestias luchaban por tomarlo, y en su furor uno de ellos le agarró con sus filosos colmillos por la cola mientras otro apresaba una de sus alas entre sus garras, las cuales lograron atravesar la membrana y terminaron rasgándola, así que aun cuando Ogien logró liberarse, en su intento de escapar no pudo mantener el vuelo y se precipitó desde gran altura hacia el bosque.   

Caía a gran velocidad y, al ver que aquellos dragones le seguían en picada, volvió a su forma humana para perderlos, pero las ramas de un robusto árbol lo recibieron y un duro golpe en la cabeza fue suficiente para que la inconsciencia lo envolviera. Quedó herido, desnudo y vulnerable en el suelo de algún lugar del bosque, algo de sangre brotaba de su espalda baja y su brazo izquierdo era un caos, sin mencionar las decenas de raspones y hematomas causados por esa violenta caída.  

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora