Capitulo 8: "SENTIMIENTOS INCONFESABLES"

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En realidad Alphard no le estaba poniendo demasiada atención en ese momento, los últimos días habían sido lindos y molestos en partes iguales, las nauseas, los antojos; Ogien tal vez por ser un príncipe era más mimado de lo normal, sus arranques de ira o llanto o felicidad eran indomables e impredecibles, y por eso a ratos solo lo ignoraba, muy ocupado estaba limpiando la cocina, como todos los días en los que él se levantaba con ganas de comer algo que había en ella y terminaba por destrozarlo todo, pero cuando sintió el frío de la puerta abierta levantó la mirada y al momento lo vio salir y por la ventana vio como alzaba el vuelo.

- ¿Pero... qué demonios?

Cuando salió reconoció el olor a pescado al fuego,eso era lo que buscaba sin duda, pero eso solo significaba que alguien los cocinaba. Se puso unas botas y su chaqueta negra sobre su torso desnudo y sus pantalones color café, para luego salir corriendo lo antes posible en dirección a ese olor, Alphard se movía con velocidad entre los árboles y cuando llegó solo escuchó una voz extraña hablando de las alas blancas del dragón, sin esperara que los hombres atacaran sacó su cuchillo y dio un salto entre ellos y Ogien.

-Lo siento señores, pero esta es mi presa, lo he seguido desde kilómetros y ahora que por fin tocó suelo me lo llevaré.

En un movimiento rápido girando hacia el albino le dio un fuerte puñetazo en la cara que lo acostó de inmediato y se fue sobre él para hablarle en susurros.

-Sí sí... sé que te duele, pero ¿podrías fingir quete noqueé?

Se lo echó al hombro y estaba por irse cuando uno de los hombres habló, no iba a ser tan simple por supuesto.

- ¿Por qué deberíamos dejar que te lo lleves si fueron nuestros pescados los que lo atrajeron al suelo? Además... nosotros somos tres.

Los otros dos, animados por las palabras de que parecía su líder, levantaron sus lanzas, y Alphard puso a Ogien en el suelo con cuidado, para luego voltearse a ellos, sus ojos ambarinos empezaron a brillar y sus manos sacaron las garras gigantescas de una hidra haciendo que pareciera que sacaba enormes púas de sus dedos.

-¡¡¡Es un demonio!!!

Uno de los hombres salió corriendo al instante,pero los otros dos se quedaron y trataron de atacarlo, Alphard cortó las lanzas con sus garras y le hizo al líder un corte grave en el brazo, eso bastó para que el segundo saliera corriendo, y el otro, sosteniéndose la herida, se fue más lentamente.

-Sé la clase de monstruo que eres y sé que no tengo oportunidad pero volveré para buscarte con ayuda.

El rubio, al escuchar sus palabras, supo que no podía dejarlo ir y sopló humo venenoso rojo sobre él, convirtiendo su piel en enormes ampollas en segundos, que al reventar lo mataron, y Alphard lo pateó para tirarlo al río. Tomó los pescados y se acercó a Ogien, quien había permanecido detrás y había podido ver todo, se los dio mirándolo con furia a los ojos y una sonrisa sarcástica.

-Espero que ninguno de los otros dos sepa también lo que soy, porque si vuelven me vendiste por unos peces, al menos ya sé que es peligroso no tener algo en particular de comer en casa, mañana vendré a pescaren el hielo, por ahora aguántate con eso.

-No es necesario -espetó el albino alejando bruscamente el pescado que el otro le daba. Claro que lo había visto todo, lo había sentido y, ese golpe, que si bien no había sido demasiado fuerte, tampoco había sido suave, y su rostro mostraba la evidencia en la comisura de sus labios. Pero no fue eso lo que le dolió en realidad, un puñetazo en el rostro no era peor que un ala desgarrada o un zarpazo en la espalda... no, era el sentimiento, estaba herido de otra manera, no precisamente física y estaba molesto, muy molesto, y ese sentimiento aunado a la culpa no era bueno en él.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora