Capítulo 24: "SEÑALES DE UN FUTURO"

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El trabajo con el volcán realmente no fue demasiado, siempre estaba activo y al otro lado de Valyria, al parecer la onda de energía de su pequeño hijo lo había desatado y Ogien se dio a la tarea de mejorar su dominio sobre el anillo para controlar los poderes de su pequeñito. No lo soltó en los siguientes días, Afner dormía entre los brazos de sus amorosos padres por precaución, y aunque ambos sabían que su transformación sería inminente tarde o temprano. Ogien esperaba que fuera cuando al menos tuviese edad para ser consciente de ello.

Los días después de que llegaron todo había salido bien, la paz se respiraba, Ogien pasaba el tiempo ocupado practicando con Catalina el uso del anillo, él lo hacía por Afner y ella... quizás por Fayer, aunque no habían logrado obtener una confesión de parte ninguno de los dos acerca de su relación y no hacía falta en realidad.

El dormir con su pequeño había frenado la pasión entre ambos esos días, pero Alphard no podía decir que no fuera placentero dormir con el calor de su familia aun con eso.

Los días pasaban rápido y la poderosa magia de Afner era demasiado obvia al igual que su fuerza, pues, aun siendo tan pequeñito, era bastante independiente y a Ogien le era muy difícil controlarlo cuando algo se metía en esa pequeña cabecita misteriosa, pero también estaba feliz de que poco a poco la cotidianidad de los días regresara.

Alphard se pasaba los días en la preparación de la plaza común, tenía mucho trabajo ya que los líderes de las familias de ambas especies estaban colaborando con dicha causa, les gustaba la nueva comida que entre ambos pueblos estaban aprendiendo a cocinar, el trabajo era extenuante, pero gratificante y fueron pocos los conflictos de razas en los que se tuvo que meter, al llegar a casa por las noches encontraba a su amado prometido y a su hijo y ambos le mostraban los avances que habían tenido durante ese día, que siempre eran bastos.

Aquella tarde tranquila, el albino jugaba con su dulce bebé en el centro de su gran habitación, sostenía un dragón de juguete tallado a mano por Galathos y Afner reía a carcajadas mientras su padre lo desplazaba por el aire y le hacía cosquillas en la barriga o en esas mejillas regordetas, Ogien también reía y sus mejillas llevaban un carmín acalorado por tanta risa aún bajo la mirada de Alphard, hasta que de pronto, el balbuceo dulce de su pequeño formó dos entendibles sílabas que hicieron que la sonrisa del albino se borrase y los ojos se le llenaron de lágrimas. Miró a Alphard.

―¿Escuchaste? ―Jadeó con júbilo mientras se cubría la boca y la nariz con ambas manos incapaz de ocultar la felicidad en su rostro―. Alphard, dijo papá, ¡lo dijo! ―Se levantó de golpe levantando a su pequeño consigo y corrió a los brazos del rubio―. Dilo, dilo de nuevo, papá ―le apretó las suaves mejillas a su bebé que se retorció entre risas nuevamente y su boquita volvió a moverse.

Esos pequeñitos labios rosas volvieron a pronunciar la palabra entre balbuceos y Ogien no lo dejó decir más, lo apretujó contra su pecho y le besó eufórico la dorada cabellera.

―Adorable sin duda...

Ogien había esperado una mejor reacción que eso, pero el rubio, que la mayor parte de su vida estuvo solo, no aprendió nunca a disimular sus emociones y el malestar que sentía se le notaba en todas sus facciones.

Apenas Ogien liberó al pequeño de ese asfixiante abrazo, Alphard lo cargó y empezó a dar vueltas por la habitación con él, mirándolo a los ojos y dándole saltitos, mientras hablaba con Ogien.

―La construcción de la plaza va cada vez mejor y muy rápido, pronto se podrá inaugurar el mercado semanal, incluso podremos hacer otras actividades ahí, tiene unas vistas muy bonitas del mar de fuego casi a toda hora, hoy llovió, pero se seguía viendo bien el paisaje y la tierra soltó un olor agradable con el agua.

Alphard balbuceaba las palabras sin quitar los ojos de su hijo que lo miraba divertido por los saltitos que le daba, aunque la expresión de su padre era de extrema seriedad. Por su parte, el albino solo se le quedó mirando mientras hablaba de esa manera tan monótona y distante y... mirando a Afner así. No prestó real atención a sus noticias sobre la construcción puesto que notaba esa incipiente hostilidad que no pudo traducir del todo.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora