Capítulo 39: "LA PAZ, AL FIN"

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El alarido de la bestia albina fue ensordecedor en el momento en que recibió su propio ataque de vuelta y el grito de Ogien lo acompañó mientras ambos volvían a su forma humana y el menor usaba su poder para llevar al suelo a su padre frente a él y Alphard. La sangre de Aydahar, le escurría por la boca a raudales, estaba vivo y Ogien podía sentir el poder del anillo palpitar para terminar con eso, no lo dudó más, la rabia y la decepción que sentía no le permitieron hacerlo. Apuntó su mano temblorosa hacia su padre y el anillo envió energía para tomar la sangre. Aydahar tosió ahogadamente y sonrió, Ogien no podía creer lo que veía ni lo que sentía, la energía fluía y sintió el momento exacto en el que se desconectó de él cuando la primera gota de sangre tocó el cuerpo de su amada hidra.

La sonrisa de Aydahar en el suelo era una muy diferente a la de antes, pudo ver a Ogien con el puño levantado y ese increíble poder empezando a robar la sangre que salía de su cuerpo, tenía poco tiempo y lo sabía, así que levantó su dedo índice llamando a su hijo.

—Aun cuando... llegaste a la celda —jadeó—, sabía que tenías dudas, no sabía lo que pasaba, pero sabía que tenías dudas. Sé cómo trabaja la gran fuerza y también sé cómo trabajas tú; jamás ibas a poder hacer lo que debías si no lograba hacerte enojar y yo... hice lo que debía.

El antiguo rey tosió aún más y luego se rindió y colocó su cabeza apoyada en el piso, podía sentir la sangre saliendo de él con rapidez.

—Sé que cometí muchos errores —continuó en un tono más débil—, todo lo que dije eran mentiras y las imágenes en mi mente... son incompletas, la guerra fue nuestra culpa, sí, los Belenus nos equivocamos y tus hijos son la prueba de cuán hermosa es la paz que han alcanzado, lo entendí rápidamente luego de que los ataqué en su boda, pero mis viejos rencores y las palabras de Agir... No es escusa, agradezco haber podido conocer a tu nueva familia, especialmente a los niños, pero mi tiempo ha llegado. Una nueva era comienza hijo mío, y no, no puedo estar más orgulloso, haberte convencido de terminar conmigo tal vez ha sido lo único bueno que he hecho desde tu nacimiento y espero que valga de algo. Tal vez esa era la última lección que te podía dar como padre.

Mientras el rey hablaba, la hidra negra detrás de ellos empezó a aclararse poco a poco y una luz le envolvía al mismo tiempo, al parecer ya todo terminaría, por primera vez sentía la seguridad de no haberse equivocado y, entonces, la visión de su esposa apareció ante Aydahar. Con la gran fuerza podría ver su espíritu, debía ser una alucinación la que colocaba su mano sobre el hombro de Ogien rodeada de un halo de luz blanca.

Ogien sabía que no había marcha atrás, el poder del anillo seguía trabajando completamente desconectado de su voluntad, no podría detenerlo por más que quisiera y las lágrimas le brotaban con desenfreno mientras escuchaba las palabras de su padre y sentía en su interior que lo que decía era verdad, que solo lo había provocado para lograr su objetivo.

—P-papá —sollozó, pero su llanto se vio interrumpido cuando el suave tacto sobre su hombro le hizo experimentar una onda de calor suave y confortante. El clima cambió en un segundo, la tormenta se detuvo y llegó la calma, el valle fue visible por completo y Ogien, completamente estupefacto, no podía creer lo que sus ojos estaban mirando, esa sonrisa cristalina solo podía ser la de su amada madre.

—En nuestra pelea anterior —continuó el mayor sin poder dejar de mirar a su amada esposa— perdí mucho de lo poco que quedaba de mi poder con la flecha de la hidra de Fayer, y ahora he usado todo lo que quedaba, pero ha valido la pena hacerte enojar. La eternidad nunca se ha visto... tan hermosa.

Ambos miraron con los ojos húmedos a la hermosa mujer que acarició el rostro de su hijo con el amor que solo una madre puede transmitir, como diciéndole que todo estaría bien, luego se alejó y caminó sin tocar el suelo hasta su esposo, estiró su mano hacia él y el cuerpo de Ogien reaccionó al mismo tiempo, justo cuando el anillo terminó su trabajo.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora