Capítulo 27: "LA DECISIÓN CORRECTA"

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—Su majestad Alphard está aquí, dice que viene a ver a su hijo.

Ogien se alertó al ver a Alice, sintió un vuelco en el pecho al escuchar el nombre de su pareja. Estaba allí, Alphard estaba allí. Sintió que el aire le faltaba y una extraña emoción le recorrió completo y se levantó de inmediato para ir a dónde él, seguido de ambas hembras.

Ya había pasado poco más de un mes desde que Alphard se había ido a la fortaleza, tal vez había regresado antes, pero igual era un viaje de un día, llegó vestido con un traje marón que fue confeccionado por las hidras de la fortaleza especialmente para él, su líder.

Al llegar sin avisar, Alphard no vio a nadie en la entrada más que a unos guardias que le apuntaron con unos arcos por verlo encapuchado, pero, en cuanto descubrió su cabeza y pudieron ver su cara, le abrieron de inmediato y mandaron alguien a buscar seguramente a Ogien ya que su hijo aun no podía ir solo a recibirlo y, tal como pensó, no tardó demasiado en ver llegar al albino junto a Catalina y Alice.

El dragón blanco quería correr, encontrarlo y lanzarse en sus brazos imaginando un recibimiento cálido, y casi sonrió cuando sus ojos lo encontraron, se le inundaron de lágrimas que retuvo, sin embargo, cuando Alphard se acercó, ni siquiera lo miró, simplemente tomó a Afner de sus brazos sin decirle nada y le dio su completa atención a su cachorro.

Lo que el albino sintió ante esa acción derrumbó cada esperanza, algo se rompió dentro de él y retuvo el aliento y ese sentimiento amargo que quemó sus entrañas. Solo pudo apretar la mandíbula y contener la respiración para que nada demostrara lo duro que había sido. Por su parte, Alphard sí que había notado lo físicamente mal que estaba su amado, sintió su corazón oprimido, pero él tenía a su hijo en brazos.

—¡Hola, hijo mío! —Exclamó para el pequeño que parecía haber vuelto a la vida, reía emocionado por volver a ver a su padre y repetía esas dos simples sílabas una y otra vez para él—. Mira que has crecido mucho estas semanas, ¿ya caminas? ¿Sabes que soy papá aún?

Ogien no podía con eso, dolía demasiado y estaba a punto de llorar cuando sintió el tacto de Alice sobre su brazo y miró la condolencia en sus ojos. No era lo que necesitaba, había estado tan preocupado y nervioso por recordar que no había arreglado las cosas con el rubio y ahora comprendía que era muy tarde, aun así le dedicó una tenue sonrisa a la hembra y una inclinación de cabeza apenas perceptible. Necesitaba espacio y era obvio que Alphard necesitaba disfrutar de su hijo un rato también.

El dragón no dijo nada, se dio la vuelta conteniendo ese nudo en la garganta y entró de nueva cuenta al palacio, no quería romperse frente a todo el mundo, ya no lo soportaba. Cuando entró casi corrió hasta su habitación mientras las lágrimas se le escapaban una a una, como frágiles cristales. Cerró la puerta a su espalda y lo dejó fluir, todo ese dolor contenido por semanas que no le dejaba dormir, la amargura de la soledad, la impotencia de la cobardía, todo.

Mientras tanto, Alphard, el ver que su hijo le reconocía de inmediato y se mostraba tan feliz de verlo se alegró, Ogien se había marchado sin más y Alice le siguió despacio, por lo que quedó solo con Catalina y esta negó con la cabeza reprochando en silencio su comportamiento.

—¿Qué? —Preguntó él.

—¿Cómo que qué? —Alegó en tono de reproche la hembra—. Lo ha pasado verdaderamente mal sin ti este tiempo, podrías al menos ser más cordial, se emocionó bastante cuando supo que estabas aquí y solo lo ignoras y tomas al niño, está muy pequeño para saber lo que pasa, pero lo sabrá eventualmente si siguen así.

Alphard apretó la mandíbula por esas palabras, tenía razón hasta cierto punto, pero él no había rechazado a Ogien, ni lo haría si lo buscaba, solo que no se arriesgaría a ser rechazado nuevamente, si él quería arreglar las cosas debía buscarlo y hacerlo, eso era todo; ya estaba harto de ser siempre él quien lo obligaba a quedarse, quien construía jaulas y arriesgaba todo.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora