En la oscuridad de la inconsciencia el tiempo transcurrió demasiado rápido, mientras imágenes, sonidos y sensaciones le colmaban el cuerpo a Ogien. Escuchaba gritos lejanos, pero no podía reaccionar, sentía algo manteniéndolo hundido en esa pesada bruma; había abierto los ojos un par de segundos y había visto personas correr, un ruido ensordecedor, una inmensa sombra y luego nada, sólo frío, silencio y oscuridad, y para cuando reaccionó de a poco y recibió ese cálido beso, sonrió, como si no recordara nada de lo que pasaba, pero luego, el sonido estridente de la puerta de metal lo hizo regresar a la realidad.
- ¡NO!... NO... -se incorporó tan rápido como pudo y llegó a la puerta, pero al tocarla, esa magia escoció en sus manos como una corriente eléctrica muy poderosa-. ¡AHH!... qué... -retrocedió agitado y asustado ante el encierro.
El rubio lo miraba casi con dolor, en serio no habíaquerido llegar a eso.
- ¡Alphard!... no... Por favor, no me dejes aquí... no puedes...-el mayor le dio la espalda y se sentó en el sofá para curarse-. ¡ALPHARD! -el llanto desesperado se apoderó de Ogien, no podía ser un prisionero, tenía miedo, mucho miedo y se tocó el vientre recordando lo que el médico brujo le había dicho,esperaba un hijo, y al tocarse sintió la fría humedad que le hizo observarse horrorizado.-Esto... ¿es sangre?... Al... -levantó la vista hacia el rubio, sus heridas eran graves, algunas sangraban mucho-. ¿Qué sucedió?... Alphard... -le preocupaba demasiado, y si pensaba en esas imágenes mientras yacía en el suelo del pueblo... la criatura-. Estás herido... Alphard libérame... por favor... La bestia... -una hidra lo habían encontrado al fin, habían llegado a Eretz, esas criaturas inmensas come dragones, y si Ogien había estado allí, muy seguramente le buscaba a él, no podía permanecer quieto o iban a encontrarlo -Libérame por favor... la hidra va a encontrarnos, destruirá tu hogar, por favor, déjame ir, las hidras comen dragones... yo... yo... no puedo dejar que te mate... ya estás herido por mi culpa...
El mayor prestaba atención a las palabras del otro pero "¿Bestia?", ¿eso eran las hidras para él? Sí, comían dragones, pero también podían comer uvas, sopas, tal como había comido casi toda su vida; claro que él no podía decir que nunca hubiera comido dragones, por lo que no se defendió y continuó aplicándose el ungüento que antes uso en Ogien el día que le llevó a casa.
-La hidra no vendrá por ti, sí, te buscaba pero no vendrá por ti aquí, ni me matará, ni destruirá mi casa...
El menor cayó de rodillas mientras lloraba amargamente¿Cuándo había sido la última vez que había sentido tanto miedo? Quizás cuando le enviaron a Eretz contra su voluntad... o tal vez cuando aquél mercader trató de venderlo y abusar de él... no... Nada de eso se comparaba, estaba aterrado y no sólo por él, sino por la hidra, por su pequeño en su vientre, por Alphard,pues el sentimiento que había crecido en su pecho hacia el rubio durante esas semanas, no era una broma, y aunque le tuviese miedo y resentimiento no podía evitar preocuparse por él; aunque no por eso permitiría que le arrebatara a su hijo.
Le entristecía que para el otro sólo fuese el contenedor de su descendencia y verse encerrado confirmaba ese pensamiento, además, ¿Cómo podía estar tan seguro de que la hidra no iría por ellos? Ogien se sentía desesperado ¿De verdad lo mantendría allí hasta que su pequeño naciera?
No podía parar de llorar, estaba devastado no solamente por el encierro, sino porque en esas semanas había pensado que Alphard era amable porque quizás sentía algo por él, pero estaba tan cegado y asustado que sus pensamientos se desperdigaban hacia todas direcciones excepto a la correcta.
Una vez terminó de curarse, Alphard apoyó sus codos sobre sus rodillas y sostuvo su cabeza, tenía una migraña insoportable, incluso tenía ganas de vomitar, jamás podría comer, pero se levantó y calentó algo con magia y le llevó el plato al dragón para que comiera.
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Belenus de Lerna
FantasyEl universo de esta historia está compuesto por mundos paralelos, separados por velos de energía, invisibles, velos que mantienen el orden; pero, una vez, curiosos serafines tuvieron la desfachatez de rasgar esos velos, creando conexiones entre los...