Capítulo 14: MURMULLOS

1.2K 99 74
                                    


—Lucen divertidos —musitó el albino llamando la atención de todos, Alphard estaba a su lado e iban tomados de la mano, era obvio que su dulce angelito ni siquiera los había extrañado pues estaba risueño y activo en brazos del dragón que le sostenía. Todo el mundo se puso serio cuando Ogien hizo notar su presencia, las mujeres los reverenciaron y Fayer se puso de pie entregando al pequeño a sus padres antes de comenzar a guiarlos por los pasillos del enorme castillo.

Ese lugar era enorme, parecía toda una fortaleza que se extendía hacia abajo en la tierra de la imponente montaña, Alphard dudaba que en algún momento llegara a conocerlo totalmente. El castaño les hizo atravesar una puerta tras bajar una larga escalera; del otro lado se extendía un espacio enorme dirigido hacia el mar de fuego fuera de la fortaleza, como en una especie de balcón. Era el lugar adecuado para mirar la magia de la hidra.

Fayer volvió a tomar en brazos al pequeño y le dio indicaciones a cada uno de lo que debían hacer para empezar, a Ogien le pidió que tratara de concentrar fuego en sus manos, haciendo una bola pequeña del tamaño de un puño, lo cual él hizo con una mano y gran facilidad, pero no podía ser tan simple, ya que, al intentarlo con ambas manos, Ogien creaba bolas enormes que terminaban estallando y tirándolo al suelo una y otra vez. Sabía que el entrenamiento no sería sencillo, pero no imaginó que controlar su propio fuego resultara tan difícil, y aunque se había desesperado al no tener éxito con sus primeros intentos, al final logró conseguir por lo menos que no se le saliera de control y volver a salir volando, ya estaba lo suficientemente adolorido y, sumando su reciente acto sexual con Alphard, una caída más le hubiera dejado fuera de combate.

A Alphard le pidió que se sentara en posición de meditación en el suelo y tratara de pensar en sus cabezas cuando era una hidra, pero una a una, tratando de usar el humo de cada una de ella para rodear sus brazos y luego lanzarlo, sin duda eso era algo nuevo porque él nunca había pensado en sus cabezas como individuos sino como extensiones de él mismo. Logró sacar el humo de sus primeras tres cabezas, las cuales siempre había tenido, pero las otras ocho no eran muy conocidas aún, por lo que era difícil pensar en ellas individualmente.

Fayer se dio por satisfecho con el avance de ambos en cuanto a magia, y dio por terminado el entrenamiento de ese día gracias al pequeño Afner tenía hambre nuevamente. Ogien se acercó de inmediato, haciendo uso de su magia para limpiarse y atender a su bebé de inmediato; salió de allí con Afner pegado a su pecho, le cubrió el rostro con los vuelos de su ropa para ocultarlo mientras andaba por el castillo.

Alphard meditaba sin decirle nada a Ogien, por lo que en determinado momento logró limpiarse él solo usando su magia y se lo mostró a su amado dándole un beso rápido; el albino sonrió.

—¿Ves? Ya me puedo limpiar solo.

—Me hubiera gustado ayudarte de nuevo —bromeó recordando aquel momento en la caverna cuando llegaron.

Hablaban de eso justo cuando entraron al pasillo de la monarquía, había retratos de diferentes hombres, todos albinos como Ogien y donde su corazón volvió a estremecerse al mirar el rostro de su padre, se quedó en silencio, y, al notarlo, Fayer comenzó a explicarle a Alphard.

—Son todos los gobernantes que hemos tenido, Belenus, y albinos, el gobernante de nuestras tierras siempre se ha destacado por su blanca cabellera.

Fayer se detuvo frente a uno de los cuadros en el cual se mostraba un hombre de largos cabellos que, a diferencia de los otros, no usaba un traje de la realeza, sino la armadura que en ese momento Alphard llevaba, ambos miraron el enorme cuadro con respeto, e imaginando de quien se trataba el rubio abrazó a su pareja; un par de lágrimas se le escaparon al albino enel momento que Alphard lo rodeó con los brazos, y se quedaron en silencio mientras el castaño continuaba.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora