Capítulo 29: CELEBRACIÓN

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Tras la linda noticia de que esperaban otro hijo, Alphard y Ogien se acurrucaron por un largo rato. Ogien se limitó a disfrutar del calor que le proporcionaba la compañía de su amada pareja y durmió quizás por una hora; sin embargo, el rubio se levantó un rato después, un poco perezoso ante la idea de dejar ese lecho donde se encontraba tan feliz y cómodo, era hora de enfrentar la realidad, besó la frente de su pareja y su hijo que seguía dormido y entonces le habló seriamente.

—Ogien, tenemos cosas que atender, me imagino que estos días que estemos en la fortaleza los dragones que queden junto con Galathos podrán restaurar nuestra habitación, pero debemos conseguir cuanto antes las piedras para Afner.

—Entiendo... —musitó tras escuchar aquellas palabras y sonrió adormilado aún.

—Quiero que lo hagamos hoy mismo, no podemos seguir arriesgando la vida de nadie aquí, mucho menos la tuya y la del bebé en tu vientre, además... ya no soporto más sin casarme contigo, no quiero separarme de ti nunca más, después de la fiesta de celebración en la fortaleza empezaré con los planes de boda para que nos casemos la semana que viene sin falta.

—Yo tampoco soporto la espera por casarnos —las mejillas se le coloraron—, me parece bien, la plaza está lista y creo que será un buen lugar para que ambos pueblos se reúnan y, bueno, ha sido mi culpa lo que pasó, yo... he estado saliendo mientras Afner duerme precisamente por eso, sé que debo sellarlo cuanto antes, había estado tranquilo, pero despertó antes de que llegara y... lo siento, no debí dejarlo, me siento muy culpable, nadie quería acercarse a nuestro bebé allá afuera, lo último que quiero es que le teman.

Ogien miró con tristeza a su pequeñito, era tan adorable e indefenso. Le acarició el dorado cabello antes de continuar hablando.

—Las gemas están listas, trabajé en ellas desde que te fuiste, solo los padres pueden hacerlo, como lo hicieron mis padres conmigo, usando nuestras energías para cargar el poder del sello y debemos montarlas en un mineral resistente, sé que recuerdas el que yo llevaba, era una aleación que mis padres fundieron, merrall y mesarthium, creí que usar solo mesarthium sería suficiente para forjar la base, pero extraerlo es demasiado difícil, es por eso que he tardado tanto, el único depósito que conozco está a los pies del volcán y, bueno... ahora que sé que te daré otro hijo, no creo que pueda volver allí, lo que logré reunir es muy poco y solo puede ser fundido con mi fuego, pero... podemos aliar el mesarthium que conseguí con algún metal resistente y con buenas propiedades de la fortaleza de las hidras.

Su rostro se iluminó como si fuera la mejor idea que hubiese tenido y miró de nuevo al rubio.

—Quizás puedas ayudarme a fundirlo...

Alphard miraba al menor con una ligera sonrisa, había algo en Ogien... bueno, en realidad había muchas cosas en él que le encantaban, pero esa carita que hacía al despertar, así hubiera dormido solo un rato le fascinaba, sus ojos verdes se veían rasgados, adormilados y su rostro sonrojado, en ese momento incluso tenía una sutil marca en la mejilla que le causaba intriga, sin embargo, a pesar de estar detallando ese lindo rostro no perdió detalle tampoco de lo que decía.

—Te ayudaré en todo lo que digas para ayudar a nuestro hijo, mi amor, es algo que debemos contener lo antes posible para que no haya peligro ni crezca el temor de la gente hacia él. También sé que contamos con Fayer y Catalina para lo que sea, entre los dos tienen mucho conocimiento de las dos razas y de tu anillo, son cosas que no podemos desaprovechar... ¿es esta la cuna que usaste tú?

—Ah... sí, era mía.

Efectivamente, Alphard había notado esa lujosa cuna de un metal celeste que al parecer habían torcido al fuego, parecía cristal fundido, pero más fuerte sin duda, algo muy especial; la cuna que él mismo había fabricado había sido destruida por las llamas, y le gustaba la idea de que Afner heredara aquella, la revisó y quitó algunas cosas que tenía encima, incluso tenía unas rueditas para poder llevarla por el palacio, con cuidado la limpió y colocó unas mantas delicadas y un pequeño almohadón para luego tomar a su hijo con cuidado y ponerlo así dormido en ella, al parecer le gustaba.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora