Capítulo 2: "DULCE LOCURA"

2.4K 197 68
                                    

Ogien también permaneció con la mirada en el cielo, temeroso de que aquel dragón visitante los atacara.

—Está bien, si entro al agua no podrá olerme —dijo, un tanto inseguro y se sostuvo como pudo de las piedras para meter las piernas en el agua, pero cuando esta tocó su herida, tuvo que erguirse de nuevo por el dolor que provocó—. Es la primera vez que tardo tanto en sanar. Mi piel nunca había sido tan fina, ni siquiera las flechas podían dañarme —gimió tratando de sostenerse de algo y volvió a palpar las piedras en su frente. Las gemas resplandecieron cuando tiró de ellas, pero como siempre, no se zafaron, le suprimían demasiado y el sello era al parecer irrompible.

—Mis padres me hicieron venir aquí con esto, para menguar mi poder, para que no me encontraran... no sé cómo quitarlas. Justo ahora siento que tengo menos de la tercera parte de mi fuerza —meditó un momento, y de pronto tuvo una idea—. Oye —le dijo al rubio—, ¿conoces magia quimérica? Podría usar mi dolor como diezmo y sanarme, pero no creo poder concentrarme... hmmm.

Un jadeo de dolor que se le escapó de los labios frenó de repente sus palabras. El frío funcionaba, su desesperación mermaba de a poco mientras se mojaba el cuerpo con la mano buena; el mayor lo miraba mientras hablaba sin parar, cuidando cada detalle de sus movimientos. No podía culparlo por hacer esa pregunta ya que bien le había dicho que no era exactamente humano, pero no podía revelarle su identidad a un desconocido o eventualmente podría terminar como su madre, de manera que sólo contestó:

—No, no sé magia quimérica, pero creo que puedo ayudarte. Voltéate.

Lo apoyó en su antebrazo para llevarlo hasta donde se podía ver el reflejo de la luna, de modo que la luz cayera directamente sobre la herida en su espalda, esa y la de su mano eran las primordiales al fin y al cabo, lo demás, con ayuda de los ungüentos, ya no estaría por la mañana.

Alphard colocó la mano entre los rayos de luna y la herida del albino, y con eso su mano intensificó la luz mientras hablaba en un idioma extraño, uno que él mismo conocía por su padre, pero no sabía decir cuál era su nombre o de dónde provenía dicha lengua.

El albino no dijo nada ante esa respuesta y obedeció a sus órdenes en todo momento aun cuando el bochorno lo abrumó por un momento al ser tomado de esa manera. Se sorprendió al escuchar las palabras del hechizo, ¿Qué no había dicho que no conocía la magia quimérica? Aunque cuando trató de decir algo el otro lo soltó de golpe y el agua le robó el aliento por un momento en lo que logró salir de nuevo.

Alphard no pudo evitar reír ligeramente al ver al otro caer como piedra en el lago, pero al menos el hechizo había salido bien dejando un par de cicatrices donde antes habían graves heridas, luego salió sin darle importancia a su desnudez y miró al cielo con el ceño fruncido, ese dragón no se iba, y era grande, no podría enfrentarlo sin transformarse, volteó a ver al lago y al otro empapado.

—Debemos volver a la cabaña, al menos ya sané tus heridas, sólo usando la luna apresuré el tiempo de sanación de tu piel, lo cual fue más fácil ya que dices que normalmente sanas rápido.

Ogien salió agitado del agua, el frío de verdad había sido bueno, su entrepierna era normal ahora y el calor casi desaparecía. Se secaba el rostro cuando el otro habló y luego empezó a vestirse apresuradamente. ¿Acelerar el tiempo de sanación? Se miró la mano y se tocó la espalda, eso no era lo que había ocurrido, su piel nunca quedaba marcada al sanar por cuenta propia, ahora estaba más que seguro que había usado magia antigua, magia quimérica y había reconocido todas y cada una de sus palabras, aunque algunas no hubiesen estado del todo bien pronunciadas.

Pero en fin, ahora que Ogien podía caminar, Alphard no tuvo que cargarlo más, y emprendieron el camino de regreso. En ocasiones el rubio miraba hacia arriba ya que el dragón seguía rondando el cielo, se creía muy fuerte al hacer eso sabiendo de él, tuvo de verdad ganas de darle un escarmiento, pero aunque lo matara no podría comérselo sin herir la sensibilidad del otro así que alejó esos pensamientos y decidió hablar de nuevo, ya que pocas veces tenía la oportunidad de hacerlo.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora