Capítulo 25: "CONTRARIO A LO QUE PARECE"

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Fayer levantó el rostro con los ojos abiertos y llenos de lágrimas, como si pudiera verla. Quizás nunca tuvo el deseo de ver algo, pero a ella... deseaba verla con todas sus fuerzas, así que cuando ella pidió ir al jardín sus temores sobre el castigo se acrecentaron. Le limpió las lágrimas de las mejillas con sus dedos, sabía que lloraba y él hubiera dejado fluir las propias si no tuviera que ser un poco más fuerte. En lugar de eso se levantó y la llevó de la mano hasta el jardín.

La lluvia le daba una hermosa panorámica de sonido de todo alrededor, casi podía distinguir cada pétalo de cada flor. Dejó que el agua fuera recibida por su cuerpo, sintiendo de inmediato su propio calor rechazar el frío del agua convirtiéndola en vapor, le tomó el rostro a ella y la miró sin realmente mirarla.

―Eres tan hermosa ―musitó dejando que sus ojos escocieran por las lágrimas que ya no pudo contener―. Nunca había deseado ver algo en mi vida como ahora deseo verte, saber la forma de tus pestañas, el color de tus ojos o de tus labios, Catalina, lamento mucho esto, quiero ser capaz de protegerte de todo, pero siento que eres tú quien me protege a mí, daré mi vida a cambio de la tuya de ser necesario.

Sabía que ella le regañaría, así que interrumpió lo que fuera que quisiera decir con un beso, apresándola con ambas manos por el rostro, a Catalina le parecía encantador verlo de esa forma y, si antes no supo que lo que había entre ellos era amor, ahora lo sabía y quedó más confirmado cuando él le dijo aquellas palabras, aunque no la dejó objetar, por supuesto no lo dejaría morir por ella, jamás lo haría, pero se dejó abrazar mientras se besaban y desnudaban.

―Ven aquí ―jadeó ella y lo llevó a la parte más oculta del jardín, detrás de unas hortensias que se elevaban altas, así nadie los vería si pasaban por ahí, aunque por la lluvia dudaba que eso pasara, se colocó sobre la hierba mojada en el suelo y le tendió una mano para que fuera sobre ella, cuando él lo hizo ella lo volvió a besar―. Ahora que puedes verme, quiero decirte algo, nadie me ha hecho tan feliz como tú nunca antes, te amo Fayer, ahora hazme tuya una vez más.

El castaño sonrió y sus ojos verdes se cristalizaron ante la emoción de escuchar ese "te amo", él sabía que la amaba, quizás desde que la conoció supo que ella era especial y por especial se había mantenido al margen de lo que ella deseaba. Le tomó una mano y le besó la mojada palma antes de posar sus ojos en la silueta de sonido que su mente enviaba, donde deberían estar sus ojos, los ojos que no sabía de qué color eran.

―Y yo te amo a ti ―respondió él―, con el ardor de mil soles, Catalina, te amo.

Se inclinó para besarla y sus manos se apuraron a quitar el exceso de ropa que él aún llevaba, pronto su piel pálida fue expuesta y sus cuerpos se enredaron en uno solo, en unión, de bocas, de sexo, y él se irguió para dejar que las gotas empaparan la piel de la hembra y enviaran una imagen que admiró aún con los ojos cerrados. Cada curva, cada sendero. Su piel chocando y salpicando el agua que se colaba por todos los rincones.

***

Alphard jalaba y succionaba el miembro de Ogien, mirando el placer que generaba cuando este le pidió que jugara con sus pezones y él, por supuesto, atendió, aunque se le hizo extraño que estuviera tan sensible cuando apenas empezaban, pensó que había sido todo ese tiempo en que habían estado sin intimidad y no le dio importancia, hasta que después de un rato el albino lo detuvo.

―Alphard, espera, me siento extraño ―lo empujó suavemente.

―¿Extraño? No es así como quiero que te sientas.

―Bésame, quiero venirme contigo dentro de mí ―extendió sus brazos hacia él y el rubio se incorporó hasta su boca.

Entre besos húmedos, Alphard se acomodó entre las piernas del albino y las levantó con sus brazos por debajo de sus rodillas, tomó posición y con facilidad entró de un solo movimiento, casi podía sentir las feromonas, como si estuviera iniciando su celo otra vez, pero faltaba un poco para eso, no podía ser, aunque sí estaba caliente y se sentía tan bien.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora