Capítulo 12: "RIVALIDAD INSTANTÁNEA"

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Fuego volcánico, magma bullendo de imponentes montañas abocardadas, mares rojos y tierras áridas. Al menos en apariencia todo aquello era muy hostil, pero las islas de fuego eran sólo una pequeña parte de ese lugar; más allá, después de la gran muralla, un pueblo asombroso se levantaba...

Ogien se sentía desolado, era obvio que Alphard estaba sufriendo y eso le dolía mucho en verdad, mas no miró atrás, ese sacrificio no sería en vano y le pagaría todo lo que había hecho por él y por Afner.

Volaron tranquilamente hasta lo que parecía ser un pueblo pequeño, Vohon, y se le veía, al menos de lejos, en buen estado y esa era una buena señal, no todo estaba perdido, Ogien pudo mirarlo a detalle y con melancolía, ese pueblo era el más retirado de la metrópoli de Valyria.

Con su pequeño en brazos, Alphard miraba los alrededores, el nuevo paisaje lo ayudaba a no pensar en lo que había dejado atrás. Marcó el lugar donde estaba el portal, sólo tenían media hora y Ogien parecía saberlo porque volaba muy velozmente hacia ese pueblo y se enfocó tanto en eso que ignoró el inminente peligro.

Bajo ellos se veía todo como un mar rojo, lava volcánica, islas de piedra sólida, al parecer ese portal lo habían hecho en el punto más inhóspito y entonces miró algo que parecía aproximarse moviendo la lava bajo ellos como si fuera una ola.

-¡Ogien... tenemos compañía! ¡Esquívalo!

El rubio no logró terminar de decir aquello cuando una de las tres cabezas de una hidra se elevó de ese mar de fuego y Ogien fue brutalmente golpeado por el estómago, el ataque desestabilizó su vuelo, vociferó un gruñido, y se alarmó completamente al no sentir el peso de Alphard sobre él; ambos cayeron, Alphard y Afner no estaban y Ogien miró en todas direcciones desesperadamente, tratando de encontrarlos, pero esa hidra no daba tregua, no tuvo más opción que defenderse.

Mientras caía, el mayor vió que Ogien parecía reponerse y ponerse a luchar, pero, de repente sintió el calor de la lava bajo él, y luego sobre él un segundo después, tenía a su hijo en brazos, sus ojos ambarinos brillaron para ver que su pequeño, al igual que él, no se quemaba, pero se ahogaría si no hacía algo, giró la cabeza y pudo ver a la parte baja de la hidra que les había atacado, al parecer no se había percatado de ellos y eso era una ventaja.

El dragón esquivó y lanzó algunos ataques de fuego sin liberar toda su energía para no ser notado a más distancia, seguramente le reconocerían apenas sintieran su onda, sintió que no podría hacer mucho y estaba tan desesperado por encontrar a sus dos amores que estaba a punto de liberar una gran bola de fuego, pero la energía de su amado le hizo voltear.

Alphard liberó su poder tomando su forma de hidra, negra, enorme, la lava se deslizó por su gran cuerpo una vez logró salir. Sobre la lengua de una de sus cabezas sostenía al pequeño Afner, mientras las otras diez cabezas miraban a la otra hidra que, en comparación a su tamaño, no tenía nada que hacer, esta miró con cuidado cómo defendía al dragón blanco y sin más se fue tan rápido como apareció.

-Estamos bien... no te preocupes... ven -Alphard le transmitió un sentimiento de calma, por lo que el albino sintió un alivio descomunal y no dudó en restregar su cuerpo contra las cabezas de su hidra.

En esa clase de abrazo extraño, Alphard rodeó con sus cabezas al dragón que sabía debía haberse preocupado mucho, le alegraba que no hubiera liberado todo su poder sin conocerlo bien antes, porque tal vez eso sí los hubiera podido matar, de repente ambos escucharon un estruendo, y miraron hacia atrás, la media hora había pasado, Sylvano cerró el portal, seguramente ese estruendo fue el que debió llamar la atención de la otra hidra cuando lo abrió en un principio, ahora no quedaba más que acercarse a ese pueblo y esperar lo mejor.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora