Capítulo 26: "CADA UNO POR SU LADO"

700 49 92
                                    

Por fin, después de un poco de forcejeo, Alphard logró besarlo, pero Ogien solo trataba de separarse, ¿¡POR QUÉ!? Siguió intentándolo hasta que no pudo más y el menor se volteó intentando alejarse, por lo que Alphard lo tomó del brazo y lo acostó en la cama mirándolo con auténtico pánico y unas inusuales lágrimas dándole brillo a sus ojos siempre iracundos.

Ogien no esperaba esa mirada, esa reacción de dolor y al instante algo se rompió dentro del dragón también. Alphard no era Casios, era Alphard, su amor, por quien daría todo, se suponía que sus brazos eran reconfortantes.

El rubio miró hacia abajo como su propio cuerpo ya estaba listo para hacerle el amor como esa tarde, como siempre lo habían hecho, él nunca lo había rechazado antes, entonces bajó la mano hasta el miembro ajeno, Ogien no estaba ni de cerca excitado, se había tensado asustado, Alphard volvió a mirarlo a los ojos con el ceño fruncido y una expresión de ligera incredulidad, sin más que hacer, y sabiendo que estaba cerca a tomarlo por la fuerza de lo mucho que lo deseaba, se levantó y le dio la espalda, mostrándole toda la tensión que en ella se acumulaba.

El menor sollozaba por lo bajo, ¿por qué se sentía así? Lo había arruinado ¿y por qué? ¿Sólo por sus estúpidos celos? ¿Por un sueño? No debía ser así, era un idiota, pero cuando quiso arreglarlo escuchó de nuevo la voz del mayor.

—Yo... yo me alejé hace un rato por Afner —masculló frustrado—, no te rechazaba realmente, solo lo posponía, jamás quisiera hacerte sentir justo esto que siento ahora, tal vez deba irme mañana con Fayer y Agir un tiempo, no puedo con esto.

El rubio dio unos cuantos pasos hacia la puerta, no lucía bien, Ogien tampoco se sentía bien, pero, aún así, intentó detenerlo, sin embargo, Alphard se detuvo y lo miró de medio lado, con rabia, y esa mirada penetró cada célula del albino, dejándolo estático.

—¿Para esto me pediste que te dijera que te amo hace poco en la cama? —Gruñó Alphard haciendo al menor estremecer por el tono que usó—. ¿Para esto te moviste contra mí? ¿Para rechazarme y dejarme en ridículo? Solo por ser la hidra negra no te sientas obligado a seguir conmigo.

—¿Q-qué?

—La paz seguirá tal como lo planeamos, nada tiene que ver nuestra unión con eso y justo hoy que hablamos sobre retomar los planes de boda, todo... todo parece una mala broma, pero es cierto, yo te amo y por eso jamás te he podido ocultar algo que sienta, algo que me incomode, he sido siempre transparente contigo, Ogien, y lo soy ahora también, lamento las veces que te fallé antes, si no cuidé bien de ti y si me echas la culpa de alguna forma por lo que pasó con Casios esa tarde, siento que muero ahora mismo, siento que me matas.

—No, espera, ¡Alphard!

El rubio salió dando un portazo, sin escuchar la voz descompuesta de Ogien, no quería, lo que fuera que fuese a responder, simplemente tomó su forma de humo y salió del castillo con la única intención de desaparecer. Por su parte, Ogien se quedó en shock por aquellas palabras cargadas de rabia, frustración y otra cosa que no logró identificar y le dolió, se le clavaron como dagas candentes en el pecho. Las lágrimas de desconsuelo comenzaron a brotar sin control, Alphard se había ido, dejando un agujero negro abriéndose en su pecho; quiso seguirlo, pero el llanto de su pequeño le obligó a quedarse. Regresó hasta la cuna y lo tomó en brazos para tranquilizarlo, pero era imposible estando él tan alterado, así que decidió salir así.

Afner lloraba en sus brazos mientras Ogien buscaba desesperado por cada rincón del castillo, pero no lo encontraba, y extrañamente no parecía haber nadie allí, lo único que el albino podía escuchar era el llanto de su bebé entre sus brazos y sus propias pisadas desesperadas haciendo eco en esos desolados pasillos.

Belenus de LernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora