[40] Arresto domiciliario

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Evolet estaba tranquilamente dormido en su suave cama en medio de la noche, cuando de pronto un extraño toque en su cintura lo hizo estremecerse. Una suave mano comenzaba a pasearse por su cuerpo hasta llegar al abdomen, donde comenzó a acariciar lentamente.

Evolet entró en un estado de shock, no sabía qué hacer ante aquel toque en su cuerpo.

No se movió y tampoco dijo alguna palabra, el toque se sentía extrañamente familiar y aun más extraño, se sentía bien, lo que hizo que su cuerpo se estremeciera un poco más. Sólo eran unas pequeñas caricias, pero Evolet comenzaba a sentir calor.

¿Estas despierto? — sintió el caliente aire de un susurro en su oído.

— se atrevió a contestar simplemente respondiendo a la pregunta, por supuesto reconoció la dulce y seductora voz.

En ese momento la mano que había acariciado su abdomen de pronto se retiró por unos segundos, se había sentido inesperadamente decepcionado hasta que sintió un brusco movimiento en la cama. Rean se levantó un poco y jaló a Evolet, haciendo que aquel chico quedara debajo de él mientras aún eran medio cubiertos por la cobija.

¿Qué haces? — de pronto preguntó Evolet nervioso, pero no hubo respuesta.

Rean lo miró fijamente por unos segundos hasta que finalmente se acercó y comenzó a besar con intensidad al otro chico.

Al sentir esto, Evolet lo siguió. Se sentía tan bien que no había podido negarse, de hecho quería más y sus traviesas manos también comenzaron a tocar el cuerpo de Rean.

Tocar a aquel chico y sentir los suaves bordes de su ejercitado abdomen que, aunque no estaban duramente marcados, aun así se veían y sentían muy bien, inesperadamente era lo que más le interesaba.

Tal vez por eso lo había hecho antes, no había realmente razón, pero sólo al verlo se preguntaba cómo se sentiría tocarlos, no podía quitar esa pregunta de su cabeza.

Parecía que todo estaba comenzando a subir de nivel, estaba demasiado inmerso en ese momento, pero de un momento a otro, como si hubiera recibido un balde de agua fría de pronto abrió los ojos.

¿Estas bien? — Rean estaba frente a él, la luz naranja del sol comenzaba a entrar por la ventana.

No, nada estaba bien. Había tenido un sueño vergonzoso.

No pudo ver a Rean a los ojos, fingió que no había ningún problema, salió de la cama y fue directo al baño para encargarse de un asunto.

En ese momento no pudo seguir negándolo, era demasiado estúpido si lo hacía.

Había intentado esquivarlo, pensar que eran otros sentimientos, que estaba mal, pero ahora sabía que no podía seguir haciéndolo.

Le gustaba Rean...

o al menos lo deseaba físicamente.

Sobre cuál era la peor situación entre aquellas dos, realmente no lo sabía y por ahora no quería investigar.

Se miró en el espejo del baño, sus mejillas estaban un poco rosadas y sentía vergüenza de aquello. Recordó un poco del sueño y volvió a sentir el calor en su cuerpo.

¿Cómo podía ser tan sucio?

Teniendo tales pensamientos de su compañero era perverso. Un total pervertido.

Había hecho cosas vergonzosas con Rean antes, pero definitivamente no quería creer que estaba enamorado o algo así, eso podría complicar mucho las cosas. Aunque habían pasado por tales momentos comprometedores, Evolet podía seguir viéndolo a la cara porque nunca aceptó que había algún tipo de sentimiento entre ellos.

Este libro necesita un nuevo protagonistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora