El ambiente no era muy bueno después de todo lo que había sucedido ese día. Seguían sin tener noticias sobre la batalla allá afuera, y dentro estaba ese secreto recorriendo la escuela de boca en boca.
El equipo 18, a excepción de Rean del que aún no sabían nada, estaban en una pequeña sala reunidos. Nadie sabía exactamente que palabras eran las correctas para ese momento, así que se limitaron a escuchar.
— Mis padres murieron cuando yo tenía 15 años —comenzó a contar aquella pelinegra.
— Su poder no era algo que destacar, ambos tenían trabajos comunes como pequeños comerciantes intentando vender comida.
— No tienes que contarlo si no quieres, está bien — Evolet interrumpió preocupado, pero aquella chica lo miró a los ojos, soltó un pequeño suspiro y continuó.
— En cambio, desde que era pequeña mis padres siempre notaron mi potencial en la magia, estaban orgullosos de su hija y querían que tuviera la oportunidad de ir a buenas escuelas. Comenzaron a esforzarse más en trabajar y vender, pero los gastos comenzaban a ser cada vez más grandes que los ingresos. Todo por mí. Nunca me di cuenta, comía bien e iba a una buena escuela, pero ellos tenían que soportar todas las dificultades, no comían y trabajaban todo el día.
No quiero entrar en tantos detalles, cuando cumplí 15 ellos se quitaron su propia vida esperando que con lo poco que dejaron, pudiera cuidarme sola.
Miel le dirigió la mirada a su amiga Pinky, no pudo evitar dejar salir una cálida sonrisa cuando continuó hablando — Mi compañera de clase, aquella a la que siempre quise alejar, convenció a su familia para que pudiéramos vivir juntas. Así pude vivir bien hasta el día de hoy.
— Dijiste que seríamos hermanas —terminó de hablar, dirigiéndole esa última frase a Pinky, quien finalmente levantó la mirada del suelo.
— Lo siento, no sé cómo consiguieron esa información.
— No me importa si la gente lo sabe, no es tu culpa.
— ¿Cómo pudo hacer eso Anaid? —Evolet estaba enojado.
— La violencia se paga con violencia —esta vez fue Violeta la que habló, ahora todos estaban llegando a su límite con aquellas personas.
Después de esa tarde reveladora, Evolet regresó a su habitación vacía. Nadie lo esperaba ahí, nadie decía alguna broma mientras intentaba leer. Incluso si no sentía un gran apego a Qiu, se había vuelto su compañero de verdad, a quien veía cada día. Pero ni si quiera había ido a buscarlo.
¿Era porque no podía? ¿O realmente no le interesaba tanto como debería?
— Qiu es mi mejor amigo — habló en esa vacía habitación, intentaba convencerse de aquellas palabras.
Estaba tirado en su cama, había dormido un rato aunque ni si quiera él supo cuánto tiempo pasó. Se despertó hasta que escuchó la puerta ser tocada. Rápido se levantó para abrir.
Fue una sorpresa cuando vio que la persona frente a él era Rean, finalmente había vuelto.
— ¿Estas bien? Escuché que hubo un accidente
Evolet estaba a punto de contestar cuando llamó su atención una gran maleta que era cargada por aquel chico. Rápido su ingenio bromista brotó.
— ¿Te echaron de tu casa? O acaso... — puso una mirada sugerente mientras se divertía — ¿acaso quieres vivir conmigo?
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Este libro necesita un nuevo protagonista
FantasyÉl era un chico común y corriente ¿Quién diría que al morir terminaría en la novela culpable de su muerte? Ahora es Evolet, un personaje no muy importante en un libro de magia. Debido a su odio por la protagonista ha decidido que convertirá a su per...