Capítulo 9

84 9 1
                                    

DESCUBRIMOS QUE LOS ABISMOS OSCUROS NO ESTÁN PARA NADA CHIDOS Y TAMBIÉN LA VERDAD...
MÁS O MENOS


Chele

-¡¡Vamos, Grover!! ¡¡Tú puedes!! ¡¡Quítate las pinches zapatillas del demonio!!-Le grité a mi amigo sátiro mientras lo sujetaba con firmeza en un abrazo e hincaba bien hondo los pies en el suelo, resquebrajándolo un poco más.

Las alas de sus zapatillas se habían desplegado sin su consentimiento y lo lanzaron lejos de nosotros. Sus zapatos estuvieron revoloteando como loco por mucho «Maya» que les gritara el chico cabra. Lo estaban arrastrando hacia un túnel frío y oscuro que me transmitía unas muy malas vibras. Afortunadamente lo había logrado cazar al vuelo antes de que se acercara a un abismo con forma de cráter que había más adelante.

La rubia y sesos de alga corrían detrás, tratando de alcanzarnos ya que ellos no eran tan rápidos como yo. Cuando llegaron a nosotros, Percy se quedó de piedra mirando el cráter. Annabeth por su parte, le estaba desatando las zapatillas a Grover.

Una vez nos deshicimos de los zapatos voladores piripis, nos derrumbamos exhaustos sobre la gravilla de obsidiana. Sentía las extremidades como de plomo por culpa del esfuerzo. El pobre Grover tenía unos buenos moratones y le sangraban las manos. Las pupilas se le habían vuelto oblongas, estilo cabra, como cada vez que estaba aterrorizado.

-No sé cómo...-Jadeó y me daba la impresión de que iba a empezar a balar en cualquier instante-Yo no...

-Espera-Lo interrumpió Percy-Escuchen.

De la oscuridad provenía un susurro profundo escalofriante. En ese momento descubrí que los abismos oscuros no están para nada chidos.

-Este lugar...-Balbuceó la rubia al cabo de unos segundos, pero Percy le hizo «¡shhhhhh!» y se calló.

El sonido se volvía más audible, una voz malévola y susurrante que surgía desde abajo, mucho más abajo de donde estábamos nosotros. Provenía del foso. La del sueño de Percy, supuse.

Así que mi teoría no era del todo errática. Odio cuando tengo la razón...

-¿Q-qué es ese ruido?-Grover se incorporó asustado.

-El Tártaro. Ésta debe ser la entrada al Tártaro-Respondí yo incorporándome también.

Percy destapó Anaklusmos. La espada de bronce se extendió, emitió una débil luz en la oscuridad y la voz malvada remitió por un momento, antes de retomar su letanía. Ya casi distinguía palabras, unas muy, muy antiguas, más antiguas que el propio griego. Como si...

-Magia-Percy interrumpió mis pensamientos.

-Tenemos que salir de aquí-Repuso la rubia con temor y nos jaló hacia afuera del túnel.

A nuestras espaldas, la voz sonó más fuerte y enfadada, y echamos a correr a toda pastilla. Un viento frío tiraba de nuestras espaldas, como si el foso estuviera absorbiéndolo todo al igual que un agujero negro de esos de la clase de ciencias naturales. Por un momento terrorífico Percy perdió el equilibrio y sus pies resbalaron por la gravilla, pero lo agarré de la mano con fuerza y lo jalé hacia adelante. Seguimos avanzando con gran esfuerzo, y por fin llegamos al final del túnel, donde la caverna volvía a ensancharse en los Campos de Asfódelos.

El viento cesó y un aullido iracundo retumbó desde el fondo del túnel. Alguien no estaba muy contento de que hubiésemos escapado y ya sospechaba de quién se trataba. Tragué en seco y le di un apretón a Percy en la mano.

-¿Qué era eso?-Musitó Grover, cuando nos derrumbamos en la relativa seguridad de una alameda (Fíjate, "relativa". Ya sueno como Einstein)-¿Una de las mascotas de Hades?

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora