Capítulo 30

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ME QUITAN MI TRABAJO Y GROVER CASI SE QUEDA EN LAS MISMAS


Chele

Durante el viaje en el taxi, Percy me contó sobre su enfrentamiento contra dos empusas que le habían parecido vampiros a primera vista. También me preguntó acerca de ese sueño mestizo en el que vi a Rachel y yo le conté todo lo que había soñado. De momento, la gran mayoría de esos sueños ya se habían hecho realidad: el consejo de Atenea en la presa Hoover, el desastroso encuentro del sesos de alga y la pelirroja y el rescate submarino de Bessie, la adorable vaca marina/taurofidio/arma súper poderosa y destructiva para los dioses.

Al llegar al campamento, saludé a los hermanos Stoll's, que estaban escabulléndose hacia su cabaña para que no les cacharan los hijos de Deméter a los que les gastaron una broma. Percy solo se limitó a mover su mano a modo de saludo. Después nos encontramos a la novia de Beckendorf: Silena Beauregard. Ella iba montada en un pegaso, así que solo la saludamos con las manos.

-Hey, sesos de alga. Te quiero enseñar un truco y, ya que estamos, una pequeña pelea amistosa. ¿Jalas o te rajas?-Le propuse señalando la arena de entrenamiento.

-Está bien, fiera. ¿Lista para morder el polvo?-Percy sonrió de lado aceptando el reto y me siguió hacia allí.

-¿Listo para que te caiga a madrazos?-Sonreí de igual manera en su dirección.

-¿Lista para pifiarla?

-¿Listo para despingarte toíto?

-¿Lista para palmarla?

-¿Listo para partirte a putazos la cachimba que casi no usas para pensar?

-¿Lista para que te caiga a piñazo-...-Percy se calló repentinamente cuando miró hacia al frente, así que seguí la trayectoria de su mirada.

-Santa Virgencita de la Papaya...

En mitad del ruedo de la arena de entrenamiento, se alzaba el perro del infierno más grande que había visto en toda mi fruta vida. Su tamaño rivalizaba con un tanque de guerra. La última vez que había visto un chucho de semejante tamañazo tenía tres cabezas, un cuerpo medio etéreo y el deber de arrancarme la cabeza de un mordisco para que no entrara al inframundo.

Antes de que yo pudiera reaccionar, Percy ya había destapado a Anaklusmos (Sí, "destapado". Es que su espada es un bolígrafo... Larga historia). Mi buen amigo sesos de alga saltó a atacar al perro que por algún extraño motivo le gustaba jugar con la cabeza de los maniquíes. Sin embargo un hombre de armadura griega lo detuvo con su espada. El sonido llamó la atención del chucho gigante que parecía observarlos expectante, pero sin matar a nadie aún.

-¡Es un perro del infierno!-Gritó Percy alterado y no me sorprendería ya que la última vez que él vio uno así fue cuando casi lo mata a zarpazos después de nuestro primer captura la bandera.

-Es inofensiva-Aseguró el hombre misterioso-Es la Señorita O'Leary.

-¿La Señorita O'Leary?-Dijimos Percy y yo al unísono y miramos incrédulos al vato este.

Nada más decirlo, el animal ladró de nuevo y con suavidad empujó el maniquí mordido y empapado de babas hacia el extraño.

-¡Buena chica!-Con la mano libre el vato este agarró el cuello del maniquí, que llevaba una armadura, y lo lanzó con esfuerzo hacia las gradas-¡Atrapa al griego! ¡Atrapa al griego!

La Señorita O'Leary dio un par de saltos, se abalanzó sobre el maniquí, aplastándole la armadura, y empezó a masticar el casco otra vez. A mí se me había salido la risa floja porque... Es que toda esta situación me causaba gracia, especialmente por la cara de mongo de Percy.

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora