Capítulo 63

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Perdón, juliashadow45, me equivoqué al publicar y sin querer subí un capítulo que no había editado correctamente (maldito bloqueo :"v)
 

PASEO INSTRUCTIVO POR NUEVA ROMA Y FUEGOS ARTIFICIALES

 
 

Annabeth

Annabeth deseó tener apetito porque los romanos sabían cómo alimentarse.

Divanes y mesas bajas fueron trasladados al foro hasta que pareció una sala de muestras de muebles. Los romanos permanecían recostados en grupos de diez o veinte, hablando y riéndose mientras unos espíritus del viento (aurae) se arremolinaban en lo alto, llevando un interminable surtido de pizzas, sándwiches, patatas fritas, bebidas frías y galletas recién horneadas. Entre la multitud deambulaban unos fantasmas morados (lares) vestidos con togas y armaduras de legionario. En las inmediaciones del banquete, unos sátiros...

No, faunos—pensó Annabeth.

Unos faunos trotaban de mesa en mesa, mendigando comida y dinero suelto. En los campos cercanos, el elefante de combate retozaba con la Señorita O’Leary, y unos niños jugaban al pilla pilla alrededor de las estatuas de Término que bordeaban el perímetro urbano.

Toda la escena resultaba tan familiar y al mismo tiempo tan extraña que a Annabeth le producía vértigo.

Reyna y varios de sus oficiales (incluido Octavio, el chico rubio, que acababa de volver de quemar un oso de peluche para los dioses) estaban sentados con Annabeth, Piper, Leo y Jason. Percy los acompañaba sentado bien juntito a Celeste, a quien abrazaba pasando un brazo por sus hombros, junto con sus dos nuevos amigos, Frank y Hazel.

Le parecían extrañas las miraditas que la chica afroamericana le dedicaba a Celeste y a Leo, como si los hubiera visto antes y no supiera qué pensar de ellos.

Después de las presentaciones, los romanos y la tripulación del Argo II empezaron a intercambiar historias. Jason explicó que había llegado al Campamento Mestizo sin memoria y que había participado en una misión con Piper y Leo para rescatar a la diosa Hera (o Juno, como prefieras; era igual de cargante en la versión griega que en la romana) de la Casa del Lobo, en el norte de California, donde estaba encarcelada.

—¡Imposible! Es nuestro lugar más sagrado. Si los gigantes hubieran encerrado a una diosa allí…—Intervino Octavio.

—La habrían destruido. Y habrían echado la culpa a los griegos y habrían iniciado una guerra entre los campamentos. Venga, cállate y deja que Jason termine—Dijo Piper.

Octavio abrió la boca, pero no salió de ella ningún sonido. Annabeth y Celste intercambiaron una sonrisa burlesca. Les encantaba la embrujahabla de Piper. Advirtió que Reyna desplazaba la vista de Jason a Piper una y otra vez y que fruncía el entrecejo, como si estuviera empezando a darse cuenta de que los dos eran pareja.

—Bueno...—Continuó Jason—Así es como averiguamos lo de la diosa Gaia. Todavía está medio dormida, pero está liberando a los monstruos del Tártaro y despertando a los gigantes. Porfirio, el líder contra el que luchamos en la Casa del Lobo, dijo que se retiraba a las tierras antiguas: la mismísima Grecia. Tiene pensado despertar a Gaia y destruir a los dioses… ¿cómo dijo? «Arrancando sus raíces».

Percy asintió con la cabeza, pensativamente.

—Gaia también ha hecho de las suyas aquí. Nosotros tuvimos nuestro particular encuentro con la reina Cara de Tierra.

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora