Capítulo 33

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INCÓMODAS REUNIONES FAMILIARES, ESO ES TODO LO QUE PODEMOS DECIR AL RESPECTO
 

 
 

Chele

Sentí un olor salado bastante familiar haciendo cosquillas en mi nariz. Abrí los ojos lentamente y me di cuenta de que aún estaba abrazada a Percy. Me sonrojé un poquito porque estábamos demasiado cerca y con las piernas entrelazadas. Por un segundo creí que anoche me había emborrachado y que por alguna casualidad de la vida había terminado a parar enrollándome con el chico que creo que me gusta tal y como en una novela cliché. Pero esa no era la realidad.

Hubiera preferido mil veces que lo que pasó anoche hubiera sido eso y no que me había enterado de la muerte de mi mamá y mi abuela—pensé con los ojos escociendo por culpa de las lágrimas retenidas.

Me separé del sesos de alga con mucho cuidado de no despertarlo. Me quedé unos momentos de pie junto a su cama, observándolo. Sonreí ligeramente y le acaricié los cabellos negros mientras recordaba todas las aventuras locas, las discusiones, los momentos de alegría y las veces que nos hemos apoyado a lo largo de estos cuatro años.

Sentía que un reconfortante calor se alojaba en mi pecho y pensé por un segundo que así era como debía sentirse el amor. Sin embargo, no me creía capaz de confesarme a Percy. Él no era un chico muy dado al romance. Además de que no quería arruinar nuestra amistad en caso de no ser correspondida.

Suspiré rendida y le di un beso en la frente antes de irme a mi cabaña para empacar e irme de regreso al apartamento donde vivía con mi mamá. Mis parientes se las arreglaron para abrir un hueco en su agenda y viajar a los Estados Unidos para organizar y asistir al funeral. Según tenía entendido, el tío Fred, el padre de Miller y el esposo de tía Catalina, se iba a encargar de pagarlo todo.

Cuando ya me había adecentado y empacado todo, me pasé por la cabaña de Annabeth. Ella me abrió la puerta y pude ver a Jake Mason acostado en una cama. Sonreí como quien va por empanadas e iba a decir cualquierita de mis bien elaborados comentarios, pero la rubia me fulminó con la mirada. Así que me los guardé para mí misma.

—¿Qué sucede, Celeste? Son las 5:56 am.

—No voy a poder participar en la misión, Annabeth—Mi sonrisa se tornó triste—Mi abuela y mi madre... Fallecieron ayer por un atentado terrorista y... Bueno... Tengo que ir al funeral—Tragué al sentir la garganta ardiendo tanto como mis ojos.

Annabeth se llevó una mano a la boca sofocando un sollozo. Ella había conocido a mi madre y a mi abuela el verano pasado cuando la invité a mi casa en Varadero. Le había agarrado un cariño especial a mi abuelita, a mi madre y a Sally durante ese tiempo. La rubia me abrazó y me dio su pésame.

—Voy a regresar. Lo prometo. Lo haré cuando me sienta lista.

—Cuídate mucho, Celeste.

—Lo mismo digo, Annabeth. Cuídate en el laberinto y procura no matarme al sesos de alga mientras yo no estoy. Al pobre ya le están cayendo atrás tanto monstruos como dioses y titanes muertos. No necesita además que la chica más inteligente del campamento lo convierta en picadillo—Sonreí de lado, pero debió de parecer más una mueca pues la rubia seguía mirándome con preocupación.

—No prometo nada, pero lo intentaré. Tenlo por seguro.

—Así me siento un poco más tranquila. Gracias.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora