Capítulo 27

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LOS DIOSES DECIDEN POR VOTACIÓN CÓMO MATARNOS PARA DESPUÉS PARRANDEAR
 
 

 

Chele

Thalía se quedó morida sobre el lomo de Porkpie, uno de los pegasos con los que Percy y yo solemos conversar cuando limpiamos los establos. Considerando su miedo a las alturas, debía de estar muy cansada para dormirse en pleno vuelo y no estar súper cagada. Aunque me preocupaba que se cayera...

—Va a estar bien. Porkpie no dejará que se caiga—La voz de Percy me sacó de mis pensamientos y me volteé a verlo.

El viento le daba en la cara y hacía que su pelo corto se revolviera enredando sus mechones. Entre ellos destacaba uno de color blanco. Y, como la mensa que soy, pensé que tenía un español entre moros o algo así. Pero traté de olvidarme de ese pensamiento para no reírme de la nada como loca de manicomio.

—Eso espero... ¿De qué me he perdido?

Percy me contó, como pudo, sobre los hermanos Di Angelo, la decisión de la hermana mayor de ser una cazadora, del viaje en autobús con Apolo, cómo Thalía incendió Nueva Inglaterra, cómo de pesado era Nico, la “pequeña” pelea en el arroyo, la momia viviente, la misión en búsqueda de Artemisa (lo cual me ofendió un poco ya que yo también había sido secuestrada), cómo acabaron con el León de Nemea, el acercamiento de Grover al dios Pan.... Y así. La voz le tembló al hablar sobre la pequeña Bianca y a mí se me estrujó el corazón.

Ahora Nico no tenía a su única pariente consanguínea... No quería ni imaginarme cómo se sentiría el pequeño chaval cuando recibiera la noticia. Si me lo hubieran dicho a mí, lo más probable fuera que perdiera los nervios y lo destruyera todo en un ataque de ira para después dar paso al llanto.

 

—Por cierto, esto te pertenece, Chele—Percy se sacó mi llave del cuello y la tendió en mi dirección con cuidado de no estorbarle a Blackjack en su vuelo—Afrodita dijo que era de tu padre...

—Gracias, Percy—Me colgué la llave del cuello y la acaricié—Uno de los días que estábamos en la casa de la playa, Hermes me entregó la llave junto a una nota de mi padre: «Úsala cuando llegue el momento». No sé cuándo será ese momento, pero presiento que aún no ha llegado.

—Ya veo... No te preocupes. La primera (y única por el momento) carta de mi padre tenía incluso menos palabras. Solo decía: «Prepárate» y eso fue el día de la carrera de carros que ganamos.

—¿Prepararte para qué?—Fruncí el ceño entre confundida y preocupada—¿Para la carrera? ¿Para la partida de Tyson? ¿Para la reaparición de Thalía? ¿Para emprender la búsqueda? ¿Para cargar el peso del cielo? O... ¿Para la Gran Profecía?

—No lo sé...—Percy suspiró y se pasó una mano por los pelos en un intento de peinarlos—Pero... Sea lo que sea, voy a afrontarlo. Tal vez no esté preparado para ello. Dioses.... Nunca estoy preparado para nada. Pero no voy a huir de ello porque sé que, aunque fracase, puedo contar contigo—Expresó con un brillo de determinación en sus ojos verdemar y una seguridad digna de un líder.

Sentí que el corazón me ardía e inconscientemente me pasé una mano sobre él tratando de borrar esa sensación como si estuviera sacudiéndome el polvo de la ropa. Sentía la cara caliente y apostaría lo que fuera a que me habría sonrojado de no tener la piel bronceada. Me limité a sonreírle hasta que me sentí lo suficientemente segura como para hablar:

—🎶Wo-oh! Under the sea... Under the sea... No one can eat us, fry us or...🎶

—¡Eh! Tú lo has querido. 🎶Who puts the “glad” in gladiators? HERCULES!!🎶

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora