Capítulo 44

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LE PONEN UNA LINTERNA EN LA CABEZA A YANKIEL MIENTRAS PERCY Y YO NOS PONEMOS EN PLAN ENDGAME

 
 
 

Chele

Cuando terminó la reunión, fui a la enfermería para tomar una dosis de ambrosía e inmediatamente me dirigí al comedor. Me importaba un bledo que mi pelo empezara a secarse y a ponerse todo despeinado o que mi short aún escurriera agua como si me hubiera hecho pipí encima. Tenía hambre y yo no funcionaba bien sin comida.
 

Las prioridades hay que tenerlas bien claras en esta vida. Las cosas como son.
 

Vi a la rubia discutiendo algo con Jake Mason; a la mesa de Ares inusualmente callada, fulminando a todo el mundo con la mirada, y a Yankiel en la mesa de Hermes hablando con Marco, uno de mis compinches de la cabaña once. Les sonreí a esos dos y les saludé moviendo la mano en el aire cuando me vieron. Ellos correspondieron el saludo y yo me fui a por besugo.

No empiecen a criticarme. Ya sé que le juré a diosito Possy que no iba a comer más pescao. Este pescado es solo para dárselo como ofrenda. Si no mal recuerdo, el año pasado había mencionado que le gustaba mucho el besugo.

—Esta va para ti, Poseidón. Muchísimas gracias—Le susurré a las llamas mientras echaba el tribut-... ¡ejém! ¡ejém! el besugo.

Después arrojé un pedazo de pizza para mi papá y me fui a mi mesa. Tuve que quitarme el pelo de la cara varias veces porque me estorbaba al comer. Observé a mi alrededor dándome cuenta tristemente de los pocos mestizos que habían este verano.

—Después de comer, en mi cabaña. Te lo diré todo—Dejé de vagar en mis pensamientos cuando Percy se sentó en su lugar en la mesa de Poseidón, que quedaba muy cerca de la mía.

Asentí de acuerdo y terminé de comer lo que me quedaba. Fui a mi cabaña, pasando cerca de la de Hefesto. Me detuve un momento para mirar la puerta. Recordé la cantidad de veces que Beckendorf me había llamado desde ahí mismo para que le ayudara en la fragua a cambio de gomitas y chocolates al inicio y más tarde a cambio de algunos artefactos bastante útiles. Sentí que la garganta me asfixiaba, el corazón me dolía y que los ojos me escocían por las lágrimas retenidas. Había obligado a mi mente a preocuparse de otras cosas (como conseguir que Yankiel se instalara en la cabaña once, la Gran Profecía, el despertar de Tifón, la guerra submarina, Cronos...), así no podría darle muchas vueltas a su muerte.

Recordé la última vez que lo vi... Eso fue alrededor de mayo más o menos... Él estaba justamente en la puerta de su cabaña mientras trataba de secarse el pelo con una toalla. Había terminado en la fragua y se había dado un buen baño. Cuando llegué aquí, él apenas y se había puesto ropa encima, así que se veía medio descuidado. Me entregó mi último pedido, un regalo para Percy para su próximo cumpleaños, y nos pusimos a hablar y bromear hasta que llegó Silena. Fue gracioso ver a Beckendorf tratando de no lucir tan rudo como solía ser con el resto. Me despedí de los dos rapidito para darles su tiempo de pareja y me fui de allí.

Se veían tan felices...

 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 

Odio la guerra.

 

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora