Capítulo 40

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GROVER PROVOCA UNA ESTAMPIDA Y YO ME CONVIERTO EN UNA BOLA DE ESTÁTICA CON PATAS

 
 

Chele

Cuando salimos a la Times Square, me sentí como vampiro. Inmediatamente me cubrí los ojos con los brazos y tensé mi cuerpo.

—¡¡¡HHIIIIIIIIIIIIISSSSSSSSS!!!

—¿Acabas de sonar como un gato?—La pelirroja me miró sorprendida y yo me encogí de hombros restándole importancia.

Parpadeé haciendo una cara graciosa para espabilarme y entonces unas sombras me cubrieron. Al alzar la vista, vi a varios pegasos del campamento que reconocí de inmediato. Me monté de inmediato sobre mi queridísima Twilight Sparkle (Sí, la llamé así de broma, pero a ella le gustó mucho el nombre y no me atreví a confesarle que era el de una poni unicornio). Traté de ignorar la despedida entre Rachel y Percy, pero al final me encabroné y terminé sacando mi pelotita antiestrés para no jalarle el pelo a la pelirroja y repartirle un par de putazos.

Nico tenía problemas con Porkpie, lo cual me parecía raro.

—¿Necesitas ayuda?—Le pregunté bajándome de Twilight, pero él negó con la cabeza.

—¡Marchaos sin mí! No quiero volver a ese campamento, de todos modos—Le dijo Nico a Percy, que ya se había despedido de la pelirroja.

—Nico, necesitamos tu ayuda.

Él se cruzó de brazos y frunció el ceño. Yo le puse una mano en el hombro para que me prestara atención. Suavizó un poco su expresión cuando me miró a los ojos.

—Nico. Por favor, échanos un cable. Eres un semidiós muy fuerte y poderoso. Te necesitamos.

—Está bien—Accedió, de mala gana—Lo hago por ti. Pero no voy a quedarme.

—Me vale—Me encogí de hombros conforme—No puedo obligarte a hacer algo que tú no quieras.

Percy arqueó una ceja en mi dirección, como diciendo: «¿Desde cuándo te hace caso a ti?». Se veía tan indignado que no pude evitar reírme y sacarle la lengua. Él solo puso los ojos en blanco y habló telepáticamente con Porkpie para que le diera el paseo a Nico.

Por fin montados todos, salimos disparados por el aire. El viento casi me dejaba sin mi felpa nueva, así que me la quité, dejando que mi pelo se bamboleara detrás de mí. Muy pronto sobrevolábamos el East River mientras toda la panorámica de Long Island se extendía a nuestros pies.

Cuando aterrizamos, nos recibieron Sileno y Quirón. Percy, Annabeth, Grover y yo se los contamos todo. Y casi le caigo a palo al viejo sátiro barrigón hijo de su puta madre porque era muy testarudo y le llamó mentiroso a mi chico cabra hippie. El sesos de alga y la rubia tuvieron que agarrarme de los brazos para detenerme de cometer biocidio.

—Sileno. Mi campamento está siendo atacado. El asunto de Pan ha podido esperar dos mil años. Me temo que deberá esperar un poquito más. Siempre y cuando sigamos aquí esta noche—Habló Quirón mientras me retenían.

Y con esta nota de optimismo, preparó su arco y echó a galopar hacia el bosque. Los demás nos apresuramos a seguirlo. Al parecer habíamos llegado un poco tardes la fiesta.

Todo el mundo estaba en el claro del bosque, con la armadura de combate completa. La cabaña de Hefesto había colocado trampas alrededor de la entrada del laberinto. Beckendorf se ocupaba de dos catapultas grandes como un camión, que ya estaban cargadas y orientadas hacia el Puño de Zeus.

La cabaña de Ares se había situado en primera línea y ensayaba una formación de falange a las órdenes de Clarisse.

Los miembros de las cabañas de Apolo y Hermes se habían dispersado por el bosque, con las espadas y los arcos preparados. Muchos habían tomado posiciones en los árboles.

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora