Capítulo 54

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COMO RECOMPENSA POR MIS SERVICIOS  ME CONCEDEN UN DRACMA
¿ACASO ME VEO TAN BARATA?

 

 

Percy

Antes de entrar a la sala de los tronos sabía que Chele se estaba enfrentando a Cronos. Podía escuchar el siseo de los relámpagos junto a estruendosos impactos que hacían temblar al Olimpo. Cuando entramos, vimos a mi amiga corriendo por toda la instancia, esquivando la guadaña. También se encontraba Ethan Nakamura, pero él no participaba en la batalla. Parecía más un espectador.

Annabeth, Grover y yo avanzamos bajo la luz de las antorchas. Ethan fue el primero en vernos.

—¡Mi señor!—Dijo en señal de advertencia.

Cronos alzó una mano y Chele quedó congelada en una postura de batalla con una mueca de ira. Me tensé preocupado. Ahora ella estaba indefensa y Cronos podría matarla en un abrir y cerrar de ojos.

El titán se volvió y sonrió a través del rostro de Luke. Aparte de aquellos ojos dorados, tenía el mismo aspecto que cuatro años atrás, cuando me dio la bienvenida en la cabaña de Hermes. Annabeth emitió un gemido gutural, como si acabase de recibir un golpe a traición.

—¿Te destruiré a ti primero, Jackson?—Dijo Cronos, aparentemente ignorando la presencia de Chele lo cual me resultaba tranquilizador—¿Será ésa la decisión que debes tomar? ¿Luchar conmigo y morir o inclinarte ante mí? Las profecías nunca acaban bien, ¿sabes?

—Luke lucharía con espada—Repuse—Pero supongo que tú no posees su destreza.

Cronos sonrió con desdén. Su guadaña empezó a transformarse hasta adoptar la apariencia de la vieja espada de Luke, Backbiter, con su doble filo de acero y bronce celestial.

Annabeth sofocó un grito, como si hubiera tenido una ocurrencia repentina.

—¡La hoja!—Desenvainó su cuchillo—«El alma del héroe, una hoja maldita habrá de segar».

No comprendí por qué me recordaba aquella frase de la profecía justo en ese momento. No me servía precisamente para animarme. Pero antes de que pudiera contestar, Cronos blandió su espada.

—¡Espera!—Gritó Annabeth.

Cronos se lanzó sobre mí como un torbellino. Mi instinto tomó el mando automáticamente. Esquivé el golpe, di un mandoble y rodé por el suelo, pero me sentía como si estuviera luchando contra un centenar de enemigos. Ethan se escurrió por un lado, tratando de ganarme la espalda, pero Annabeth le cortó el paso y empezó a combatir con él. Me preocupó un poco confiarle mi espalda a ella, pero no tenía más remedio. Percibí vagamente que Grover se había puesto a tocar sus flautas de junco. Su sonido me inundó de ardor y coraje: me evocaba la sensación de un prado tranquilo, de un sol reluciente y un cielo azul: todo muy alejado del fragor de la guerra.

Cronos me acorraló contra el trono de Hefesto, un enorme armatoste mecánico lleno de palancas de bronce y plata, y me asestó un tajo tremendo. Me las arreglé para subirme al asiento de un brinco. El trono zumbó y ronroneó como si se hubieran accionado sus mecanismos secretos.

«Modo defensa». Advirtió una voz enlatada.

Aquello no presagiaba nada bueno. Me lancé sobre la cabeza de Cronos justo cuando el trono empezaba a disparar filamentos eléctricos en todas direcciones: uno de ellos le dio al titán en la cara y recorrió todo su cuerpo y su espada.

—¡Ah!—Exclamó, cayendo de rodillas y soltando a Backbiter.

Annabeth aprovechó la ocasión. Quitó de en medio a Ethan de una patada y cargó contra Cronos.

Chele y los dioses del Olimpo (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora