CAPÍTULO II: LA LLEGADA

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Mientras Ericka metía algunas prendas y objetos preciados a su maleta escuchó nuevamente golpes en la puerta de su habitación girándose de inmediato hacia su cama viendo que el libro que había escondido anteriormente bajo su almohada siguiera ahí, no quería que su bisabuelo lo viera y terminara regañándola por leer ese tipo de libros que según él, no alimentaban su educación.

-Pase...- dijo ella.

Una joven mujer más o menos de su edad entró. Ella era Roxan Meijer, hija de la institutriz que había tenido Ericka durante su niñez y adolescencia y ahora ama de llaves de la mansión. 

–Escuché a tu bisabuelo decirle a mi mamá que te vas mañana temprano.- Dijo la mujer.

-Así es...- contestó Ericka. –Me toca continuar con el legado, no hay de otra.-

-Yo creo que te voy a extrañar un poco,- se burló la otra joven mientras se recostaba en la cama de Ericka y sin querer, metía una de sus manos bajo la almohada sintiendo algo extraño debajo de ella. -¿Qué tienes escondido aquí?- se burló mientras sacaba el libro que Ericka había escondido debajo de la almohada.

-¡Dame eso!- dijo Ericka de inmediato.

-¡Oye, me pregunto qué pensaría tu bisabuelo sobre esto, jovencita!- dijo Roxan imitando la voz del Van Helsing mayor al decir la última palabra mientras seguía burlándose. –La futura cazadora de monstros Ericka Van Helsing lee Romeo y Julieta.-

-¡Shh!- exclamó Ericka poniendo su dedo índice frente a su nariz como señal de silencio. –Nadie debe de saber y mucho menos mi bisabuelo que leo esto.-

-Tranquila, señorita Van Helsing, su secreto está a salvo conmigo.- Se burló nuevamente Roxan mientras levantaba su dedo meñique.

Ericka puso los ojos en blanco para después al igual que su amiga levantar su meñique.

Roxan era la única amiga que Ericka había podido tener, ya que, debido a su educación como futura cazadora de monstros, su bisabuelo no le dio la oportunidad de poder convivir con más personas.

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Aeropuerto de Ámsterdam

Era ya de mañana, el sol apenas había comenzado a salir y la pequeña familia Van Helsing ya se encontraba en el aeropuerto. Ericka por su parte, se sentía nerviosa, sentía una sensación extraña que ni ella misma podía explicar.

-Llámame cuando hayas llegado a tu destino.- Dijo el Van Helsing mayor.

-Sí, bisabuelo.- Contestó ella tomando su maleta.

Con maleta en mano y habiéndose despedido y abrazado de su bisabuelo, Ericka se dirigió hacia el avión que la llevaría rumbo a Transilvania.

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Transilvania, Rumania

Después de algunas horas de vuelo, Ericka por fin podía respirar el aire de Transilvania. Caminó hacia la salida del aeropuerto en donde podía ver que aún faltaba tiempo para que el sol terminara de ocultarse. Sacó su celular del bolso de su abrigo blanco y llamó a su bisabuelo como habían acordado.

-Hola, bisabuelo...-

-¿Ya estás en el Hotel Transilvania?- preguntó de inmediato el hombre.

-Aun no, antes de ir a ese lugar comeré algo aquí en el aeropuerto, aun no sé qué tipo de comida pueda haber ahí y sinceramente no quisiera saber...- contestó ella mientras se acercaba a un lugar en donde vendían ensaladas.

-Está bien, cuando estés ahí no olvides llamarme, quiero que me mantengas al tanto de todo lo que pase.-

-¡Entendido!- contestó ella de inmediato para después colgar la llamada y dirigirse a comer.

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Hotel Transilvania

La noche había llegado por fin a Transilvania y como de costumbre, de aquel lujoso hotel entraban y salían todo tipo de monstros y alguno que otro humano que se hospedaba ahí. Detrás del mostrador de recepción se encontraba el dueño del hotel, con aquel habitual pero muy elegante traje que lo caracterizaba.

-El Hotel Transilvania agradece su visita y esperamos su pronto regreso.- Dijo el conde con una gran sonrisa dirigiéndose a la familia huesos que por semanas se habían hospedado ahí y que en ese momento estaban a punto de marcharse del lugar.

Cuando por fin se fueron la manada se acercó a Drácula.

-¿Qué tal el trabajo hoy, amigo?- preguntó Frank mientras se recargaba sobre el mostrador de la recepción.

-Ha sido una noche muy tranquila.- Contestó Drácula mientras tomaba una de las llaves que se encontraban colgadas en la pared y la limpiaba. –Además de que...-

No pudo terminar la frase cuando su mirada se desvió hacia algo, o mejor dicho hacia alguien que iba entrando al hotel. Dejó de inmediato la llave sobre el mostrador, arregló su capa y caminó hacia la mujer rubia de ojos azules que había ingresado al lugar. Los amigos de Drácula, por su parte, hicieron un intercambio de miradas confundidos.

Drácula se aclaró la garganta antes de hablar. –Buenas noches, bienvenida al Hotel Transilvania, señorita.- Dijo él deteniéndose frente a la mujer.

Cuando sus miradas se cruzaron, ambos sintieron un cosquilleo en los ojos. Drácula inmediatamente supo lo que esa sensación significaba. En cambió para Ericka era algo desconocido, así que ella parpadeó ante tal situación ignorando lo que había sentido.

-Buenas noches...- contestó ella tragando saliva sin entender por qué ese hombre la estaba poniendo nerviosa. Lo miró detenidamente, ¡Dios, nunca había visto a un hombre tan alto y apuesto!

-Permítame ayudarla, señorita,- Dijo Drácula tomando la maleta de la mano de Ericka, -¿desea una habitación?- preguntó él.

-Si... si... claro...- contestó ella.

-Entonces creo que necesita acompañarme al mostrador de recepción para registrarla y entregarle una llave.- Dijo él haciendo una señal con una de sus manos para que ella caminara primero, -si me lo permite, después de usted.-

La manada al ver que Drácula caminaba hacia el mostrador con la mujer que había llegado, decidieron moverse del lugar a unos sillones que se encontraban cerca de ahí para poder ver cómo estaba actuando Drácula con la mujer.

Drácula se puso detrás del mostrador, -¿a qué nombre se registra, señorita?-

-Ericka Van...- estaba a punto de arruinarlo todo, -...Van... Van... ¡Vancells, si, Ericka Vancells!-

-Interesante apellido y, hermoso nombre, va perfecto con usted, digo, me refiero a que usted es hermosa y el nombre también y ambos quedan perfectos... espero no lo tome a mal yo solo...-

Una pequeña risita había escapado de Ericka, le encantó la manera en que él le había dicho que era hermosa mientras divagaba. –Gracias.- Contestó Ericka sonriendo tímidamente mientras sus mejillas se tornaban un poco rosas.

Drácula tomó una de las llaves que se encontraban detrás de él. –Su habitación será la 150, es una de las mejores habitaciones que tiene el hotel.- Dijo mientras le entregaba la llave a ella.

Ericka tomó la llave y estaba a punto de tomar su maleta cuando Drácula la detuvo, -permítame ayudarla con su maleta y guiarla a su habitación.- Ofreció él.

Mientras Drácula y Ericka se salían del lobby del hotel, los amigos de Drácula seguían confundidos por el comportamiento que estaba teniendo Drácula con esa mujer. 

El Deseo de Amar EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora