CAPÍTULO XXI: ROMEO SIN JULIETA OTRA VEZ

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Hotel Transilvania

Drácula había llegado a la habitación en la que Ericka se había hospedado durante el tiempo que había estado en el hotel. Se sentó en la orilla de la cama. Sus pertenencias aún estaban en la habitación. Comenzó a recordar los buenos momentos que había vivido con ella. No tenía ni la fuerza mental ni el deseo para olvidarla. 

Cerca de los pies de él, estaba el pasaporte de ella tirado en el piso. Drácula lo levantó y lo miró por varios segundos para después ponerlo sobre la mesita de noche. Al ponerlo ahí, se dio cuenta de que ahí estaba el libro de Romeo y Julieta que a Ericka tanto le gustaba leer. Lo tomó y se dio cuenta de que entre las paginas ella guardaba la rosa purpura que él le había regalado acompañada de las dos notas que él le había enviado, pero también se dio cuenta de que había una nota extra.

La tomó y se dio cuenta de que el destinatario era para Drácula. Al leer que era para él, la abrió de inmediato.

"Drácula, no fui tu primer beso, ni tu primer abrazo. No fui tu primer 'te quiero' ni mucho menos tu primer 'te amo'. No fui la primera persona que te atrajo, ni la primera persona que causó sentimientos raros en ti. No fui la primera en nada de eso, pero me gustaría ser la última persona que cause tantas cosas en ti, la última a la que le digas un 'te quiero' 'te amo'. Quiero ser la última persona de la que te enamores.

-Ericka

Drácula no pudo evitar llorar de nuevo pegando el papel a su pecho. Ericka había escrito esa carta para él y ella no alcanzó a entregársela personalmente.

La puerta se abrió y un Frank con cara de preocupación entró. –Drac...- dijo él acercándose al conde, -te he buscado por todo el hotel...-

-Ericka se ha ido...- susurró Drácula aun con la carta de ella en sus manos, -ella me abandonó...-

-¿Por qué la dejaste ir?- preguntó un Frank confundido aun sin entender lo que había pasado.

-No tuve autoridad para retenerla, si hubiera sido mi esposa otra cosa seria... sabes...- dijo Drac con ojos brillantes debido a las lágrimas. -Me duele saber que, a pesar de lo unidos que fuimos, al final terminó desconfiando de mi... si tan solo hubiese confiado un poco en mi... yo sí le iba a dar la oportunidad de escucharla porque yo sí confiaba en ella y en cambio, ella a mí ni siquiera me permitió hablar... y es ahí, Frank, en donde me di cuenta que la relación no se sostiene solo con amor... sino hay confianza, no hay nada, y Ericka no confió en mi...-

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Ámsterdam, Países Bajos

La pequeña familia van Helsing había llegado a la mansión después de algunas horas de vuelo. Bajaron del coche y entraron. En la sala Harold, Roxan y su madre los esperaban.

-Mi señor y señorita Van Helsing, que gusto verlos...- Dijo Harold al verlos llegar.

-Voy a mi habitación.- Dijo Ericka sin detenerse a saludar y haciendo un cruce de miradas con Roxan.

-Harold, despierta a una de las empleadas y dile que le lleve un té de tila a Ericka.- Dijo el Van Helsing mayor mientras se servía una copa de vino.

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Ericka estaba sentada con sus piernas cruzadas en el suelo de madera de roble. Las sensaciones se apoderaron del cuerpo de Ericka, haciendo que su mente quedara completamente en blanco. En lo único que podía pensar era en Drácula. Se limpió los labios como si con eso pudiera borrar las sensaciones de sus besos y los recuerdos que tenía con él.

El Deseo de Amar EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora