CAPÍTULO V: ENCOMIENDA OLVIDADA

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Habían pasado algunos minutos desde que Dennis y Winnie se habían marchado de la biblioteca. El silencio se había apoderado del lugar, Ericka por su parte había seguido tomando algunos libros.

"No permitas que la conversación muera, si eso pasa se aburrirá." Drácula recordó lo que uno de sus amigos le había dicho la noche anterior. Estaba a punto de iniciar una conversación cuando Ericka habló.

-¿Ha leído todos los libros que hay en este lugar, Conde Drácula?- preguntó ella.

-No todos...- dijo él, -algunos libros están en arameo u otras lenguas muertas. Y si se pregunta el por qué tengo esos libros, la respuesta es que pertenecieron a mi padre.-

-Entiendo...- dijo Ericka cuando un ruido extraño se escuchó el su estómago.

-Parece que alguien tiene hambre.- Se rio Drácula. –Podemos ir al comedor para que coma algo, después podemos volver a este lugar.-

Ericka asintió con la cabeza mientras caminaba hacia la salida.

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Cuando llegaron al comedor, Drácula recorrió con sus poderes una silla para que Ericka se sentara. Una de las gárgolas se acercó a ellos para entregarles el menú. Ericka comenzó a leer el menú y se sorprendió al darse cuenta de que la mitad del menú eran platillos para humanos y que la otra mitad eran platillos para monstros.

-¿Ya sabe qué ordenará, señorita Vancells?- preguntó Drácula.

Ericka asintió y señalo con su dedo el nombre del platillo. Drácula de inmediato ordenó a la gárgola el platillo que la rubia había pedido.

-En un momento traerán su comida, señorita Vancells.- Dijo Drácula.

Ericka se sentía extraña cuando Drácula la llamaba por ese apellido, sentía como si no fuese ella. Cuando vio a algunos monstros que se encontraban en el comedor, se dio cuenta nuevamente de que algunos de ellos tenían la mirada sobre ella y Drácula.

Drácula notó un poco de incomodidad en ella. -¿Pasa algo?- preguntó él.

-¿Por qué nos miran tanto? es... es extraño...- dijo ella.

-Bueno, yo supongo que es por dos razones...- contestó Drácula.

-¿Y cuáles son esas razones?- cuestionó Ericka de inmediato.

-La primera, los huéspedes de este hotel no están acostumbrados a verme acompañado de una mujer y, la segunda, probablemente la estén viendo mucho a usted porque los tiene encantados con su belleza, señorita Vancells.- Contestó Drácula.

Ericka sonrió, secretamente le encantaba la forma tan galante en la que Drácula resaltaba su belleza. –Conde, ¿puedo pedirle un favor?- Dijo ella.

-El que quiera, estoy a sus órdenes.- Respondió él de inmediato.

-Llámeme solamente por mi nombre, Ericka y puede tutearme, no me gustan mucho las formalidades...-

-Lo haré pero con una condición.- Dijo Drácula. –Si usted me llama Drácula o Drac en lugar de Conde Drácula.-

-¡Trato hecho!- dijo Ericka inconscientemente levantando el meñique. Cuando se dio cuenta de ello, lo bajó de inmediato. –Lo siento...- susurró un poco apenada.

-¿Qué era eso?- preguntó Drácula un poco confundido, -¿Por qué levantar el meñique?-

-Es una vieja costumbre que tengo, lo hago cuando hago un trato o una promesa con alguien "especial", aunque ciertamente es un poco infantil...-

El Deseo de Amar EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora