CAPÍTULO XL: ...

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Después de varias horas, Ericka llegó a Transilvania poco después de que oscureciera dirigiéndose de inmediato a su habitación. Ahí se encontraba Drácula con el pequeño Damon, ambos acostados a mitad de la cama aun con sus pijamas puestas. Mientras Damon tomaba su mamila, Drácula veía televisión y comía algunos bocadillos.

-No puedo irme unas horas porque ustedes dos aprovechan para estar de flojos.- Dijo Ericka con las manos en la cintura mirando a ambos. –Y miren nada más, esta habitación parece un chiquero, está hecha un desastre...- comenzó rápidamente a acomodar las cosas que estaban fuera de su lugar.

-Tranquila, señora, tranquila...- dijo el conde en tono burlón mientras Ericka seguía acomodando las cosas en su lugar.

-Es que si no estoy en esta habitación no hay orden...- dijo Ericka doblando alguna ropa.

-¿Acaso estás teniendo una crisis de señora obsesionada con la limpieza?- se burló él poniéndose de pie para abrazarla por la cintura. –Relájate y ven a acostarte conmigo y con Damon, en un momento más vendrán a hacer la limpieza de la habitación.-

-Pero es que...-

-Pero nada, vengase para acá, mi condesa.- Dijo él tomándola de la cintura para besarla.

Después de que Ericka le contará a Drácula lo que había pasado con su bisabuelo. Eunice que estaba encantada con el pequeño Damon había ido por él para cuidarlo, así Ericka y Drácula pudieron hablar tranquilamente. Ambos decidieron hacer definitivamente a un lado a Abraham Van Helsing y, minutos después Drácula decidió bajar para atender la recepción del hotel, mientras que Ericka hacia cosas que tenía pendientes.

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La noche era cálida, Ericka había decidido caminar por el exterior del hotel. Recordando la discusión con su bisabuelo y sin darse cuenta, llego a mitad del bosque. Ella había omitido contarle a Drácula el decirle que se sentía mal por lo que su bisabuelo le había dicho, no quería que Drácula se preocupara por ella.

De pronto, escuchó un ruido haciendo que se saliera de inmediato de sus pensamientos. Se giró de derecha izquierda, no había nadie. Siguió caminando con la sensación de que alguien la observaba.

-Hola...- dijo ella deteniendo su paso y mirando alrededor.

Sin respuesta.

-Drácula, si eres tu e intentas asustarme, déjame decirte que no es gracioso...- dijo ella cruzándose de brazos.

Nuevamente no hubo respuesta.

Comenzó a ponerse nerviosa girándose para regresar rápido al hotel y cuando lo hizo, una voz detrás de ella se hizo presente.

-Hola, amor...-

Ericka detuvo su paso girándose lentamente. –¿Qué haces aquí, Norton?- cuestionó ella frunciendo el ceño.

-¿No te da gusto verme?- sonrió él mientras se acercaba a ella a paso lento.

-NO.-

-Vine por ti, amor, nos vamos,- dijo él aun acercándose a ella, -no te dejaré en este lugar de monstros ni mucho menos dejaré que Drácula se salga con la suya...-

-Estás loco...- murmuró ella dando pasos hacia atrás.

-No te me pongas difícil porque de que te llevo, te llevo...- contestó Norton.

Ericka lo empujó haciendo que él cayera, ella quiso correr pero él la tomo del tobillo haciendo que ella tropezara y cayera. –Ven para acá.- Dijo él sujetando de ambos pies a Ericka.

El Deseo de Amar EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora