Capítulo 5

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-Entonces ¿Qué haces?- 

-¿Los divido?-

-Ya estás entendiendo- Sonrió orgulloso.

Apunté lo más rápido antes de que se me fuera a olvidar. Me encontraba en casa de Doble D, ya que se me estaban complicando las matemáticas, y por poco repruebo el parcial pasado, así que decidí pedirle ayuda, accedió con gusto, también en otras materias pero realmente me importa más matemáticas, realmente no entiendo nada.

-Listo-le miré- El resultado es 10- sonreí.

-Correcto- miró la hora- Creo que debemos tomarnos un descanso, es hora de la comida- miré hacia el reloj, ya eran las cinco en punto.

-Bien- me paré- Esta vez cocino yo- me apresuré a correr a su cocina.

-¡Kevin!- se escuchaba un Doble D algo molesto -¡No puedes dejar las cosas en desorden!-

-¡Pues ya lo hice!- le dije colocándome el mandil.

Ya nos era costumbre que en las asesorías termináramos muy tarde, por lo que nos turnábamos en preparar la comida, además que nuestros padres ya estaban enterados del estudio, por lo que había veces en las que me quedaba a dormir con el idiota. A sus padres nunca los llegué a ver, salvo por una vez, pero fue con las voces, ya que era bastante tarde. Cuando suelo quedarme, nos dormimos en la sala, platicamos un rato, aunque doble D suele ser cuidadoso con cada detalle, yo prefiero que prepare las cosas, para que se sienta más cómodo.

Siempre eran en fines de semana, pues ambos teníamos cosas extras que hacer, y así tenemos más tiempo, ahora que lo pienso, nunca se a quedado a dormir en mi casa, tal vez sea buena idea invitarlo, últimamente mis padres no están debido al trabajo como jefes.

-¡Ya está la comida!- Puse los platos sobre la mesa. Fui por los cubiertos, sé que a Edd le gusta que estén envueltos en servilletas, le hacen sentir seguro de que están limpios. 

-Kevin, la próxima vez asegúrate de acomodar las cosas- se sentó- Gracias, huele delicioso- desenvolvió los cubiertos.

Me quité el mantel, lo iba a aventar hasta que sentí la mirada de alguien, no faltaba mirar para saber de quién se trataba, así que lo empecé a doblar. Me senté en la mesa, en frente del nerd, quien no había probado bocado alguno, pues siempre suele esperarme a comer, ya que "es de mala educación comer antes que yo". No pasaron ni dos segundos de calma cuando tocaron la puerta, ambos sabíamos a la perfección quién, o más bien, quiénes eran.

-¡Cabeza de calcetín!- se escuchó al otro lado- ¡Prometiste que me ayudarías con mi próxima estafa!- tocaba la puerta otra vez.

-Disculpa a Eddy- dejó sus cubiertos al lado del plato- En un segundo vuelvo- se levantó, maldito enano.

Yo también me paré, quería saber de lo que estaban hablando, así que me acerqué a la puerta pero con precaución de que no me vieran para parar oído.

-Lo siento Eddy- era Doble D- Sabes que tengo asesorías con Kevin-.

-¿Hasta cuando tienes libre?- se oía algo molesto.

-Eddy- era el grandote- Si Doble D dice que tiene algo importante, no creo que debamos interrumpir- gracias, al fin alguien cuerdo.

-No te preocupes Ed-pausó un momento- Pero podemos hacerlo después de la escuela, la semana que viene, tengo libre y puedo ayudarte, aunque pensé que ya habías dejado eso de las estafas, ya estamos algo grandes y después de la película todos en el vecindario nos aceptaron- Aun recuerdo eso, mi nena casi muere, pero al menos todos supimos que el hermano de aquel enano no era tan cool como decía, todavía le guardo rencor.

Mi querido Doble tontoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora