Lecciones de bondad

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Le pedí a Vanessa que me enviara los itinerarios de los siguientes meses, por suerte, ella me los envió esa misma tarde por correo

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Le pedí a Vanessa que me enviara los itinerarios de los siguientes meses, por suerte, ella me los envió esa misma tarde por correo. Durante toda la noche y parte de la madrugada, me dispuse a terminar con la letra de la canción para ya no tener más pendientes en los próximos días. Tuve que beber varias tazas de café y un par de barras de chocolate para mantenerme despierta, pero con cada hora que transcurría me sentía como si estuviera trabajando en el proyecto final para poder salvar el semestre. Sin embargo, no fue hasta que dieron las cuatro de la mañana cuando terminé con el último verso y me fui a dormir con la satisfacción de haber concluido con la composición.

A la mañana siguiente alguien me despertó con mucha delicadeza.

—Ya levántate, floja, tienes que trabajar. —Vanessa comenzó a jalar las sábanas.

A Vanessa no le agradaban las personas perezosas como yo, esas que duermen hasta tarde para recuperar sus horas perdidas de sueño.

—Cinco minutos más. —tapé mi rostro con la almohada.

—Melody Jones, ya son las nueve de la mañana y los productores te están esperando para grabar las canciones —retiró la almohada de mi rostro y tomó mi brazo—. Levántate.

—No quiero. Tengo sueño. —negué con la cabeza, totalmente decidida a quedarme en mi cama todo el día.

—Sabes que entre más tiempo pierdas más tarde se irán los productores. Tú decides si quieres estresar al señor Brown. —ella comenzó a jalar mi brazo.

El señor Brown era un pesado cuando se estresaba pues lograba poner de malas a cualquiera.

—Está bien, está bien. Ya voy, ya voy. —me levanté de la cama más a fuerzas que de ganas y caminé hacia el baño.

—Tienes diez minutos para bañarte, otros diez para cambiarte y diez para desayunar. —contestó con exasperación.

Durante los treinta minutos, Vanessa estuvo vigilando que no perdiera el tiempo en el celular, constantemente me apresuró y regañó porque no me daba prisa. Antes de bajar, tomé la hoja donde escribí la letra de canción la canción y una memoria USB.

—Buenas noches, mi estrellita destinada a brillar —saludó Dan cuando me vio bajar por las escaleras, se notaba animado y feliz.

—Hola, hola —bajé las escaleras rápidamente—. ¿Cómo estás?

—Muy bien. Más que excelente. Mira lo que me compré en París la semana pasada —mostró un reloj de color plateado, por la apariencia del artefacto se notaba que era un diseño exclusivo—. Lo adquirí solamente por el color.

—Wow, es muy bonito. —sonreí al observar su reloj.

—Eso no es todo. Mira, te compré un regalo. —tomó una caja que estaba reposando en el mueble.

ᎷᎬΝͲᏆᎡϴՏϴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora