Las cosas pasan por algo, eso me consta, el conocer a una persona en un lugar y fecha cualquiera no es coincidencia, se le llama destino. El mundo dice que eres responsable de tu vida y tus decisiones, pero ¿esto es cierto? ¿Por qué cuando planeamos...
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Tener que distribuir mi tiempo entre visitar a Melody y gobernar Asgard será una tarea complicada, por esa razón tendré que administrar los horarios de manera que pueda atender mis obligaciones como soberano.
El primer paso es acudir al byfrost para visitar a Skurge con la intención de dejar en claro que Thor tiene estrictamente prohibido ingresar a Asgard, el siguiente paso es empacar lo necesario para mi visita a Midgar y finalmente, el general es mi sustituto para que vigile el reino, pues se ha ganado mi completa confianza debido a que resultó ser un hombre leal, ya que una vez me descubrió caminado por el pasillo a mitad de la noche sin utilizar la ilusión de Odin, él no dijo nada solo asintió con la cabeza y dio media vuelta ignorando por completo lo que vio.
Parto a Midgar con ayuda del hechizo de las almas perdidas, pero en cuestión de segundos me encuentro en la misma habitación que Melody, ella está de espaldas colocando sábanas blancas sobre el sofá de la sala, llamo su atención con un ligero aclaramiento de garganta, Melody da un salto después voltea a verme, sus ojos recorren mi rostro y sonríe con satisfacción.
—Por un momento creí que eras un fantasma. —contesta llevando la mano a su pecho y cerrando los ojos.
—¿Un fantasma? ¿Tengo cara de fantasma? —frunzo el ceño y me cruzo de brazos.
—La ventana ilumina tu piel como si fueras un vampiro —Melody señala mi cuerpo de la cabeza a los pies, para después sonreír—. ¿Cómo haces para llegar a mí?
—Con ayuda del libro de las almas perdidas en vida, pero reunidas después de la muerte, algún día te enseñaré. —hago una ligera inclinación de cabeza.
—Eso estaría superdupis…—confiesa Melody con fascinación en cada uno de los movimientos de su cuerpo.
—¿Te gustaría convertirte en una experta de la magia? —pregunto con incredulidad debido a que jamás pensé que Melody podría tener interés acerca de las artes místicas.
—Pero por supuesto que sí, digo, eres como Matilda versión dios del universo, yo quiero ser Harry Potter versión siglo veintiuno. —ella sonríe y asiente con la cabeza en repetidas ocasiones.
Río ante la euforia de Melody y avanzo un par de pasos hacia ella.
—Yo tendré el honor de convertirme en tu maestro de magia, mi madre me enseñó muy bien y sé que compartiré mis bastos conocimientos contigo… ¿Ha ocurrido alguna novedad?
—No sé nada de los agentes, pero… mañana me mudaré a California es un buen lugar para esconderme de los fotógrafos y del gobierno. —contesta Melody al mismo tiempo que toma asiento en el sillón y después toca un par de veces la superficie de este para invitarme a acompañarla.
