Connor no vuelve a hablar si no que me da la espalda abre el vehículo y sale de este, imitó su acción y hago lo mismo. Se que lo más lógico hubiera sido que lo deje ir pero el miedo de que alguien volviera a aparecer y me hiciese daño me estaba carcomiendo la mente y eso hacía que me fuera imposible pensar con claridad.
En cuanto el pelirrojo coloca su mano en la puerta del auto su nombre sale de mis labios haciendo que él se de vuelta para a mirarme. Sus ojos verdes no reflejan más que paz, todo lo contrario a la tormenta gris que tiene Devon en su mirada.
—¿Qué ocurre?—pregunta en un tono de voz bajo.
Su torso aún está desnudo por lo que cuando una ráfaga de viento hace presencia sus brazos se tensan haciendo que se vea aún más sexy, pienso en Penny y en la cantidad de veces se me había hablando de la perfección que poseían. Realmente los tres parecían ángeles que al caer del cielo se volvieron demonios, sus rostros y cuerpos parecían ser hechos a mano por el mismísimo Dios pero luego observas sus ojos y caes en cuenta que la palabra Ángel se les queda muy pequeña, no son ángeles si no que todo lo contrario. Son demonios que en un abrir y cerrar de ojos pueden arruinarte la vida.
Y ahí estaba yo, cavando mi propia tumba.
—¿Puedes entrar conmigo?
Vuelve su vista al auto y luego de unos segundos asiente.
Después de lo que había ocurrido con Victoria no volví a poner un pie dentro del departamento, no me sentía capaz de hacerlo así que en cuanto Connor abre la puerta de este el corazón se me acelera y las imágenes vuelven a mi.
El lugar luce como si nunca hubiera ocurrido nada, como si jamás hubiera estado Victoria tirada sobre el suelo de la sala y principalmente como si nunca hubiera habido un asesinato en aquel lugar.
—¿No vas a entrar?—pregunta haciéndome volver a la realidad.
—No se si sea capaz de dormir aquí,—respondo.
Connor da varios pasos en mi dirección, toma mi mano para arrastrarme al interior del departamento y cerrar la puerta detrás nuestro.
—¿Cual es tu cuarto?
Señalo la puerta celeste que está al lado del televisor y él asiente mientras nuevamente comienza a caminar llevándome consigo. Al entrar a mi habitación no puedo evitar pensar en mi casa, con mi madre y Christopher, en ese entonces todo era más fácil no era cómplice de asesinato y nadie intentaba matarme.
—Gracias—murmuró sintiendo mis ojos arder.
—No hay de que...—comienza a decir pero al notar que tengo los ojos llorosos se queda callado.
—Lo siento, soy una imbécil.
—No, no todo está bien.—dice mientras me jala del brazo y me atrae hacia su cuerpo, cosa que hace que mis lágrimas caigan con mayor fluidez—No llores.
—Tengo miedo—admito.
¿Que se supone que debo hacer mañana cuando me levante? ¿Ir a clases? ¿Salir a una fiesta para celebrar que es viernes? Todo me parecía sin sentido y más aún sabiendo que Devon me había hecho a un lado como si ya no fuera nada, como si no le interesara saber si estoy bien o mal.
Una de sus manos aparta varios mechones de mi rostro y los coloca detrás de mi oreja, cierro los ojos por unos instantes mientras siento su dedos acariciar mi mejilla con delicadeza. Su tacto se siente tan bien que mis miedos se esfuman momentáneamente, dejo de pensar en que es lo que ocurrirá mañana y solo siento sus roces.
Sus manos viajan hasta mi cintura donde su agarre se vuelve un poco más firme tanto así que incluso tengo la sensación de que sus dedos dejaran una marca roja con su forma, él apoya su frente sobre la mía y luego de aquel gesto todo ocurre tan rápido que siento que mi cerebro va a estallar.
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Reina el amor duele (COMPLETA✔️)
Teen Fictionojos grises. pelo negro azabache. brazos con más tatuajes de los que puedes contar y una mirada escalofriantemente seductora. Sonaba perfecto, pero como el Jardín del Edén, alguien rompe las reglas y lo desmorona todo. No sabía que al entrar en la u...