capítulo 27 (pt. 2🔪🩸)

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Evans Hamilton
En multimedia.

Devon sonríe haciendo que en mi estómago se posicione una mezcla de terror y adrenalina, se que él no me haría daño pero aún así si pudiera salir corriendo lo haría con gusto.
 
Sus ojos grises que desprenden casi tanto misterio como el mar me observan entre cerrados, en sus labios aún está esa sonrisa terroríficamente seductora.
 
Intento no caer en su red pero ya es demasiado tarde.
 
Toma ambos pliegues de mis bragas y me la quita sin pedir permiso alguno.
 
—¿Así que mi mejor amigo te hizo sentir mucho más, eh?—su voz suena seca y sarcástica.
 
El valor que había sentido segundos atrás se esfuma, no puedo con esto. No puedo con él mirándome como si fuera su presa, como si fuera su nueva obsesión.
 
Una de sus manos aprieta mi pierna, la humedad de mi zona íntima aumenta y entonces Devon acerca uno de sus dedos a mi centro y comienza a hacer pequeños círculos sobre mi clítoris. Durante unos instantes la sensación de placer que estoy experimentando es increíble pero de un segundo a otro él detiene sus movimientos e introduce dos dedos en mi interior.
 
—Repite lo que dijiste.—exige pero me siento incapaz de abrir la boca para algo más que no sea gemir— Dilo de nuevo, anda.
 
Quiero analizar la situación de manera racional pero no, claramente no puedo, sus dedos cada vez van más profundo y se mueven con un ritmo que no hace más que enloquecerme de excitación.
 
Acerca sus labios a mi cuello y comienza a dejar pequeños mordiscos hasta llegar a mi oído donde susurra:— Eres mía, bambi.
 
Alguien golpea la puerta y yo lo aparto rápidamente de encima mío mientras acomodo la falda del vestido, dirijo mis ojos a Devon y él simplemente niega con la cabeza.
 
—No vas a irte a ningún lado.
 
—No quiero esto.—digo sin darme cuenta de lo ridícula que estoy siendo.
 
Los dedos que antes estaban en mi interior los lleva a su boca—¿No?
 
Él sabe a la perfección que si lo quiero, que lo deseo y que quiero que vuelva a hacerme suya y por eso mismo habla con tanta seguridad que incluso me hace odiarlo.
 
Vuelve a acercarse pero esta vez me toma del cuello provocando que retroceda hasta quedar pegada a la pared otra vez, con la otra mano baja ambos tirantes del vestido dejando al descubierto mi brasier que al igual que la prenda que llevo puesta es de un rojo intenso.
 
—Abre la boca—pide de una forma jodidamente sexy que me hace estremecer—Y chupa—introduce dos dedos en mi boca y hago lo que me dice.
 
Una vez sus dedos están húmedos los vuelve a bajar a mi zona íntima donde estos se abren paso entre mi excitación que lo deja todo mucho más fácil, el ritmo aumenta cada vez más con el pasar de los segundos y siento que voy a estallar de placer. ¿Cómo es que se puede sentir tan bien?
 
Cierro los ojos y me dejo arrastrar por la sensación indescriptible que estoy experimentando, varios gemidos salen de mi boca pero no me molesto en reprimirlos. Llevo mis manos hasta su entrepierna donde hay una gran erección que me pone aún más caliente, desabrocho el botón de su pantalón mientras siento que estoy por llegar, siento que estoy por tocar el cielo y entonces se detiene.
 
Se ríe entre dientes y siento el aroma a chicle de menta chocar contra mi rostro.
 
—¿Porque te detienes?—susurro.
 
—Creí que no querías—se burla en cuanto escucha lo que dije.
 
Suelta mi cuello y ahora me toma de la barbilla para obligarme a mirar sus faroles grises, mis pezones se endurecen en excitación al notar que en sus ojos no hay más que lujuria y deseo.
 
—Creí que yo no te importaba—lo contradigo.
 
—Al parecer los dos mentimos, bambi.
 
Tal y como había hecho él coloco mis manos en los bordes de su pantalón y lo estiró hacia abajo haciendo que el bóxer también se despliegue dejando su erección al descubierto, inconsciente pasó la lengua por mi labio inferior pensando en cómo será tenerlo otra vez en mi boca.
 
Mi vestido también sale despedido gracias a las manos del cuervo que acarician cada rincón de cuerpo, que ahora, solo tiene puesto el brasier. Devon enrosca sus manos en mi cabello y entonces se lo que eso significa, quiere que baje.
 
Me pongo de rodilla y cierro los labios alrededor del miembro, primero muevo la lengua alrededor de la cabeza para luego meterlo completamente dentro. No se si lo estoy haciendo bien o mal, pero sus suspiros de placer no hacen más que motivarme para continuar. Devon me sujeta del cabello con aún más fuerzas y me siento con la necesidad de ir más rápido, así que eso hago.
 
—Mírame—su voz es ronca.
 
Hago lo que me dice, levanto la vista para ver el momento exacto en el que está por venirse en mi boca pero eso nunca ocurre, ya que en cuanto creo que su erección no puede estar más dura me pone en pie para caminar hasta los espejos del lavabo, donde me pone de espaldas a él y me da una fuerte nalgada que estoy más que segura me va a dejar una marca.
 
Saca una pequeña envoltura cuadrada del bolsillo, la abre y entonces coloca el preservativo.
 
Acaricia mi espalda mientras acerca el pene a mi entrada,—¿De quién eres?—pregunta y yo muerdo mi labio inferior para no rogarle que me haga suya.
 
—¿Otra vez con lo del objeto?—logró preguntar sabiendo a la perfección que eso lo prende aún más.
 
Una lenta embestida se abre paso en mi interior acompañada de un leve ardor, esta era la segunda vez que lo hacía y lo más probable es que mi cuerpo aún no esté acostumbrado a esta nueva sensación por lo que solo me limito a aparentar los dientes con fuerza.
 
Una, dos y tres embestidas son las que me llevan a querer que el movimiento se vuelva más brusco, que se vuelva más rápido. Devon me da una nueva nalgada y como si pudiera leer mis pensamientos sus movimientos se vuelven profundos y rápidos, una de sus manos va hasta mi zona íntima y allí aprieta mi clítoris provocando que mis piernas comiencen a temblar.
 
—Mirate. —jadea—mírate en el espejo, Chloë.
 
Hago lo que me dice y entonces siento que no puedo más, siento que estoy en el clímax de placer. Veo sus brazos tensos, su rostro cubierto de una fina capa de sudor y entonces el orgasmo llega a mi.
 
Todo mi cuerpo se contrae mientras escucho su voz.
 
—Eres mía— dice con un tono de voz hipnótico—Y no, no eres ningún objeto para mí.
 
Lo siguiente que ocurre me deja pasmada, se quita el condón, lo tira en el basurero y luego se sube el pantalón para después salir por la puerta cerrándola a su espalda.
 
Se ha ido.
 
Respiro con dificultad mientras busco con la mirada mis bragas. ¡El hijo de perra se las ha llevado!
 
Camino hasta mi vestido que está tirado en el suelo y una vez me lo pongo me observo en el espejo algo aturdida, acomodo mis cabello y limpio el brillo labial que se había corrido por los besos y... Bueno, ya sabemos por qué más.
 
Una vez estoy presentable para salir del baño caminó hasta la puerta pero antes de que pueda tocar el picaporte alguien entra.
 
Va vestido con un elegante pantalón gris oscuro y una camisa blanca que da la sensación de quedarle pequeña a causa de lo ajustada de leva. En cuanto veo su rostro me quedo paralizada.
 
Lo tengo de frente, Evans Hamilton está mirándome como si supiera que tiene el poder de la situación y pues, si lo analizamos a detalle lo tiene ya que estoy sola y él... ¡Es muchos centímetros más grande que yo!
 
—¿A donde ibas?—su voz me hace temblar de sorpresa, es una voz gruesa y colmada de seguridad.
 
—A salir del baño— Respondo con obviedad.
 
El rubio que tengo delante da dos pasos más y yo retrocedo, no se que esta pasando o que planea hacerme pero por la furia que cargan sus ojos no es nada bueno.
 
—No voy a hacerte daño—espeta y saca un cuchillo de su espalda.— O quizás sí.
 
—Eso es demasiado contradictorio, Evans—pregunto.
 
— Lo es— responde dándome la razón.
 
Nunca había tenido una conversación realmente extendida con él y la verdad es que me alegro, Evans si da miedo con su sonrisa carente de humor y esos destellos de demencia en sus ojos avellanas podría dejar a cualquiera congelado.
 
—Quiero decirte que pienses bien lo que vas a hacer.—Me toma del brazo y me acerca a él—O tu vida tomara un rumbo muy interesante.
 
Intento respirar con normalidad pero al ver que acerca el cuchillo hasta mi cuello siento que me ahogo.
 
—No voy a dudar ni un segundo en hacer lo que sea necesario.—El filo del cuchillo corta ligeramente mi piel.
 
—¿Piensas que voy a delatarlos?—digo incrédula sin tener el valor de apartarme por miedo a que realmente me haga daño.
 

—En situaciones como estas no puedes confiar en nadie y tu no me inspiras demasiada confianza que digamos—muerde ligeramente su labio inferior mientras cierra los ojos— ¿Una estudiante de periodismo demasiado chismosa? No, gracias. Paso.

Asiento con la cabeza entendiendo a la perfección a que se debe esto, cree que podría llegar a traicionarlos y me esta dejando bien en claro que no dudará en matarme si cree que puedo llegar a hacer algo para perjudicarlos.
 
Un fino hilo de sangre resbala por mi cuello.
 
—No voy a traicionar a nadie, soy igual de cómplice que ustedes—respondo.
 
—Ese es el problema, no solo somos cómplices.

Reina el amor duele (COMPLETA✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora