Valerie.
Tuvieron que pasar 2 semanas para que los doctores vean que esté clínicamente estable para ir a juicio. Dos semanas postrada en la cama, imposibilitada para nada más que ir al baño. Máximo me dejaban levantar ligeramente la espalda en una posición incómoda para comer y no atorarme en el intento.
Una enfermera me ayudaba con mis cosas, la misma que me visitó cuando apenas abrí los ojos. Aquella negra de cabello fascinante cuyos ojos hipnotizaban con frecuencia. Su compañía era muy grata. Era de esas personas que transmitían alegría en su semblanza. Tan pura y llena de humildad. A pesar de tener una cierta compañía placentera, estar dos semanas atada a una cama que no podía verse más que en colores apagados y grisáceos; mientras que yo me encontraba imposibilitada e inmovilizada, sintiendo como las cintas de cuero rodeaban mis extremidades, como las quemaban y lastimaban. Una clase de crueldad oculta en un propósito que buscaba "un bien mayor" que iba más allá de mi capacidad para analizar.
Desperté con somnolencia, en un letargo pesado que no me permitía abrir mis párpados de cemento. Con el cuerpo atado, como ya me había acostumbrado en tan poco tiempo, y el campo de visión limitado, apenas logré divisar los objetos de mi rededor, yacientes con tranquilidad en diferentes posiciones. «El televisor estaba frente mío y ahora descansaba a la derecha, mientras que la entrada del baño dejó de estar a mi izquierda para desaparecer de mi vista».
Las armonías del sol succionaban irracionalmente el alma de la habitación, convirtiéndola en un aura de luz pura de la mañana, ocultando cada rostro gris en su propia oscuridad que ya no podía ser percibida. Aquella luz contrastaba con la voz sin melodía de la enfermera que acababa de ingresar a la foránea habitación.
—Señorita Martinez, ¿cómo amaneció? —entró jovial y alegre, con otra enfermera que se encargaba de entregar los desayunos a los pacientes.
—Mareada —respondí con pesadez, cerrando los ojos con fuerza—. Me gustaría soltarme al menos una vez de estas cuerdas, o de lo que sea que estén hechas, al menos para ir al baño.
—Nuevamente, lo sentimos. Pero es una orden que usted no se levante de esa cama a menos que la doctora Stefánsdóttir lo confirme. —Ese hospital sí que era diverso. Podrías encontrar gente de toda parte del mundo, y un ejemplo era la doctora de apellido extraño islandés que estaba llena de amargura e insolencia en sus recetas médicas.
—No se olvide, señorita Martinez —continuó la enfermera— que hoy es su sesión en el juzgado, y podrá salir de la cama por primera vez en dos semanas. —Ella parecía estar más entusiasmada que yo. Ignoré lentamente su emoción, haciendo que ella hiciera lo mismo—. ¿No es una gran noticia? Pero para eso, necesita ropa nueva y una ducha.
—No tengo ropa aquí.
—Pero, ¿no tiene a nadie que le pueda traer?
—No. No tengo ropa aquí. No tengo a nadie que me la pueda traer. No tengo ropa aquí...
La enfermera no hacía más que observar tranquilamente cómo mi locura rebalsaba de mi cabeza. Una tabula rasa que perpetuaba mi mente como su significado, dejándome atónita en medio del caos que me acechaba.
No quedó más opción que usar la misma ropa que utilicé el último día donde la cordura se podía divisar, con manchas de sangre en el cuello de la blusa que le daba un toque más nostálgico y abrumador al momento de abandono.
Me encontraba distante de la realidad; a pesar de haber ansiado el momento de levantarme de esa maldita cama a voluntad propia y sin atadura alguna, no me causaba ninguna expresión que no sea indiferencia a la actual situación. Me sentía inútil, estúpida, derrumbada. Sin ningún camino por seguir ni ninguno por arreglar, pues todos ya estaban en mal estado. Había perdido todo control sobre mí misma, sobre mi cuerpo, y mi mente parecía ser la de una extraña entidad perteneciente a otro universo más oscuro.
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Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024
Romance«Avan no podrá ver los demonios que creó en la cabeza de Valerie». Ella es una alcohólica. Él es un adicto. Valerie y Avan. Dos almas tormentosas, llenas de fastidios y rencores creados por ellos mismos y sus adicciones. Pero, gracias a s...