Valerie.
Me dolía el pecho. Un dolor que oprimía todo mi cuerpo, haciendo que me costara respirar.
Mi cuerpo palpitaba en silencio. El suave y arenero sonar del vacío que había dejado la presencia del ruido, era interrumpido por el «beep» que emitía un pequeño monitor cardíaco, puesto delicadamente sobre la mesita de noche que estaba a lado de mi cama. Fue cuando, me di cuenta que estaba internada en una sala de enfermería del hospital. En ese instante, traté de recordar lo sucedido, y en mi cabeza no ocurrió más que el eco de la voz de mi pensamiento que sonaba solitaria y elusiva.
Me sentía completamente fuera de lugar, como si mi cuerpo fuera el de otra persona. Toqué mi estómago con ligera fuerza; la planicie de mi vientre me asustó. Subí lentamente el roce de las yemas de mis dedos y la palma de mi mano hacía mis costillas, que sobresalían y destacaban ante mi delgada capa de piel pálida y seca. Después de meses que no prestaba atención y detalle a mi cuerpo. Más allá de lo visual, del tacto, del sentir. Mi carne estaba llena de manchas que parecían moretones recién hechos; golpes en la superficie de mi cuerpo que parecían golpes de martillazos. La falta de hierro y las manchas que las ronchas habían dejado, abandonaron mi piel en daño y lástima.
Mi cuerpo se sentía gélido y lo estaba; al tocar, sentías la áspera sequía de mi cuerpo, como un pétalo de flor marchita en el suelo de un bosque. Y sentí pena de ello. Lástima de mi propio ser encarnado.
Estaba completamente sola. Apenas pude divisar mi solitaria presencia debido al dolor que aparecía en mis músculos apenas decidía mover una mínima fracción de mi cuerpo. Levanté con dificultad mi cabeza, y con mareos, divisé que estaba anocheciendo o estaba amaneciendo, no logré determinar con certeza la hora del día; no tenía más pistas que la luz que atravesaba por las cortinas de las ventanas con barrotes. Me quedé tumbada en la cama boca arriba, pensando en cuál sería la razón que estaba sola e internada.
Jamás estaba sola, ni siquiera cuando iba al baño, debido a que siempre una de las internadas insistía en entrar al baño con todas o empezaría a hacer un escándalo en todo el edificio. Una vez, cometí el error de negarle la entrada al baño cuando entré a orinar y ella no me atacó a mí, sino que atacó a una de las enfermeras pidiéndole a gritos que la dejara entrar conmigo. Jamás supe su nombre, y tengo la certeza que no voy a querer saber su nombre. Por lo tanto, siempre me encontraba en compañía, ya sea deseada o no. Sin embargo, en esa habitación, pequeña y triste, estaba sola. No había ni siquiera la presencia de algún adorno para decorar el vacío ambiente, o siquiera la presencia de una gota de pintura en la pared. Sólo estábamos mi cama, el mueble, el monitor cardíaco, y yo.
No obstante, deseaba la presencia de alguien, por primera vez en mucho tiempo; no quería estar sola. Sentía la desesperación de salir de ese dormitorio, escapar hacia la luz del día y encontrarme con cualquier persona. Cualquier rostro totalmente nuevo sería más que suficiente.
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Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024
Romance«Avan no podrá ver los demonios que creó en la cabeza de Valerie». Ella es una alcohólica. Él es un adicto. Valerie y Avan. Dos almas tormentosas, llenas de fastidios y rencores creados por ellos mismos y sus adicciones. Pero, gracias a s...