Valerie.
Ese día se pasó a mi salón de la fama, donde recolectaba algunos de los momentos que más me han marcado, traumado, o afectado en mi vida. Entre ellos se podían observar momentos como el día que conocí a Avan y el día que me demandó. También están todos los días que encontré al hombre que heredó su apellido a Libby, ebrio en distintas partes de la casa; semidesnudo y con sangre en su rostro( jamás pude saber si era de él, de otra persona con la que se peleaba continuas veces, o de mi mamá). Sin embargo, ninguno se comparaba con el más reciente: el acto de traición más grande de toda mi vida.
Aún lograba recordar la expresión de Avan: como la de un niño inocente que descubre que sus padres se van a separar. O como la de un hijo que al ver que su padre, ya no quiere saber de la existencia de su progenitor. Traición, decepción y pura frustración eran expresadas en los ojos cristalinos de Avan. Pero, el sentimiento que más se contemplaba de su rostro era el de la tristeza. Las lágrimas de Avan que antes eran de una emocionante alegría, pasaron a ser de una terrible cacofonía.
El juez ya no necesitaba la decisión del jurado para declarar una sentencia a Avan. Sin embargo, yo no tenía noción de la sentencia que me iba a hacer a mí.
«¿Sentencia? —recuerdo que pensé con indignación cuando me llamaron a levantarme y quedarme estática en pleno salón».
Un comportamiento que añoraba aparecer en medio día comenzó a actuar en mí; una agresividad que fluctuaba en mi oscilación de amargos sentimientos, sumergiéndose en el vaivén de lágrimas que luchaban por mantenerse ocultas. Sin embargo, cuando la mirada de Avan chocó con la mía, divisé su tristeza vislumbrando en sus ojos. Él me había amado y cuidado, me había acompañado en los caminos empinados y me ayudó a escalar los montes más altos. Y yo cada vez le devolvía con una versión peor de mí. Cada vez más retraída, dañada, asustada y demacrada, hasta matarlo lentamente con mi apesadumbrada muerte que buscaba rencor. Y Avan no merecía eso.
El juez determinó que gracias a mi mentira, la verdad oculta de la grabadora, y las notables evidencias en mi departamento y los restos de droga, las pruebas en contra de Avan justificaban su sentencia: Avan tenía que ser enviado a la prisión de Pentolville, por su tercer cargo de posesión de drogas ilegales y su primer cargo de agresión física. Cuando Avan se enteró, lo primero que hizo fue mirarme, como si me estuviera diciendo con la mirada: "todo es tu culpa". Él estaba molesto e hirviendo de rabia al sentir que la traición rebasaba de los límites. La persona que menos esperaba había tomado la decisión de traicionarlo y apuñalar su espalda mientras le sonreía con falsía. Realmente, esa carga no fue liberada hasta años más tarde: a causa mía, él tuvo que pagar la factura de mis heridas. Él tuvo que cubrirme el alma de los dolores para protegerme y aislarme del peligro; pero lo único que hice fue autolesionarme con mi propio ego y corazón. Y lo que más me lastimaba, era que él jamás pidió por condescendencia. Avan siempre me ofreció oro sin pedir que yo sea recíproca con él, porque él sabía que yo no podía ofrecerle más que mis esperanzas. Desafortunadamente, también le ofrecí mi lado oscuro lleno de penumbra que tanto quise ocultar.
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Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024
Romance«Avan no podrá ver los demonios que creó en la cabeza de Valerie». Ella es una alcohólica. Él es un adicto. Valerie y Avan. Dos almas tormentosas, llenas de fastidios y rencores creados por ellos mismos y sus adicciones. Pero, gracias a s...