Capítulo 13: Una clase de dolor.

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Sábado

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Sábado. 1 de Marzo del 2007.

El día amaneció helado y gélido. Pero el sol irradiaba detrás de ese frío, su esplendor totalmente genuino.
   Valerie Martinez despertó llena de abrigos, una manta para cubrir su pequeño cuerpo, y una emoción exorbitante que causaba cosquilleo en su corazón. La chica quería sentirse como la mujer más hermosa de la noche. Y nada ni nadie lograría impedirlo.

   Se levantó de su cómoda y atractiva cama para ir al baño. Cuando llegó se miró al espejo: su cabello enredado y oscuro lucía como una melena de león, sus ojos enormes estaban encima de ojeras causadas por la emoción que no la dejó dormir hasta casi las 3 de la noche. Su piel pálida y transparente por el macizo frío. Pero nada de eso impediría que esta noche sea perfecta. Se duchó, se lavó su caótico y desarreglado cabello color negro. Sus ojeras desaparecieron. Lucía distinta y, como una chica que está siendo completamente normal, sin adicciones ni vicios que convierten su vida en un torbellino de problemas que al comienzo parecen vacíos e inocuos, pero, después de sentir el efecto, pueden convertirse en algo mucho peor y exorbitante en destrozos. La chica salió a la cocina en bata. Rebuscó algo de pan en la alacena, afortunadamente encontró un poco de pan francés. A Valerie le encantaba todo tipo de pan. Normalmente, como anteriores días, cuando estaba sumida totalmente en sus adicciones, desayunaba pan con vino tinto, o pan con cerveza y Coca-Cola, o pan con algún cóctel que enriquecía su paladar, pero el pan se convirtió en una tradición de su vida.  
  Su paladar y su mente se quejaron del sabor amargo del café, no estaban acostumbrados a lo nuevo que no sea alcohol. La chica se sentía excitada y emocionada. Una sensación halagüeña y reconfortante. La chica sonrió por sus logros. 

  La puerta comenzó a resonar. Los golpes sonoros se escuchaban en todo el apartamento, causados por la persona que está detrás del pedazo de madera. 

 Valerie no creyó que sería Avan, era muy temprano para comenzar su esperada cita. Tenía que ser otra persona. Valerie respondió sus dudas cuando abrió la puerta.   

—¡Valie! —gritó Libby de alegría, la hermana de Valerie. Lucía una blusa blanca y un pantalón de tela como para ir al trabajo. Elizabeth Martinez era 9 años mayor que Valerie. Hija del primer matrimonio de su madre. La chica de 32 años siempre apoyó a Valerie, de 23 años. Era un poco más alta que ella. Lucía un rubio teñido y un maquillaje potente. Sus ojos eran los mismos que los de Valerie: profundos y plomos. Libby abrazó con fuerza a Valerie.

—¡Tiempo que no venías! —reclamó Valerie, dejando entrar a su hermana.

Libby traía unas bolsas ecológicas, y en su contenido llevaba verduras, carbohidratos como arroz y fideo, y pan.

—Muchas gracias —agradeció Valerie al ver las bolsas. Las agarró y las puso en su cocina.

  Libby se acomodó en la sala de estar. Se quitó su chaleco se empleada. Se quitó los tacones, con ellos se veía mucho más alta que su hermana menor.

Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora