Capítulo 33: Masivo Torbellino [+16]

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Valerie

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Valerie.

Canela. Parecía como la canela; pura y serena. Amarga y dulce. Asquerosa pero apetitosa. Llena de colores. Azul, violeta, verde, rubí.
No me permitía obtener el llanto necesario para poder ser libre. Pero aún así lo amaba.

Estaba nerviosa. E incluso me atrevía a decir que me sentía asustada. Un furor arrasó en mí y en mis pensamientos. Una sensación llena de calor atravesó por mis párpados.
Estaba caliente. El lugar. La atmósfera. Yo...

Pero, todas esas sensaciones, ese calor, aparecieron más tarde.
Al principio, no sentí nada. Probablemente fue por la poca cantidad que inhalé. Tal vez, mi cuerpo lo rechazó a la primera. Pero mi mente no.
Totalmente tranquila, inspiré por mi nariz una línea más a través del billete. Dos líneas más. Tres líneas. Cuatro...
Las decisiones de la Valerie ebria, me afectaban más de lo que uno logra imaginarse. Causaban disonancia en algunos momentos de mi futuro, ya sean claves o banales.

Me apoyé despacio en el asiento, esperando a que el efecto llegase a todo mi cuerpo.

—¿Estás bien? —preguntó Avan. No parecía estar drogado. Probablemente era porque se metió poco a la nariz (3 líneas. ¿Qué son 3 líneas? Mucho. O tal vez, porque él también estaba esperando a que el efecto le suba a la cabeza).

—Excelente. —Logré observar cómo sus ojos se dilataron al verme. O tal vez por la droga. Ni idea. Una de dos. Me reí un poco por ese pensamiento: «¿Estará pensando en mí, o en su droga?». Me reí más fuerte. Un pensamiento que resultó ser más divertido de lo que uno piensa.

—¿Por qué te ríes? —me preguntó Avan, con los párpados pesados. Se había metido más droga. Igual e incluso más que yo.

—¿Por qué me estoy riendo? —refuté, calurosa.

—Olvídalo —espetó el drogado, mirando al otro lado de la sala—. Estás loca.

—¡Ay! —exclamé, haciendo un leve puchero—. No estoy loca. Tú estás loco.

—¡Yo no estoy loco! ¡Tú eres la loca! —bufó, riendo—. ¡Te ríes sin motivo alguno!

—¡Cállate! —grité en medio de risas.

—¡Cállate tú! -refutó Avan—. ¡Me das miedo!

—¿Y si nos callamos ambos? —propuse, como si estuviera en el colegio y estaba en mi grupo de amigos para el trabajo que debíamos hacer.

—¡No! ¡Tampoco quiero eso! —Avan hizo pucheros.

—¿Entonces qué quieres?

—A ti, bebé —dijo él, tratando de ser atractivo, con una pícara media sonrisa que pareció más una broma que un intento de conquista.

—¡Ay, me halagas! —respondí, con una sonrisa y un tomo humorístico. Las puntas de mis dedos índices se tocaron, y ambos dedos giraban a sus lados contrarios, mostrando inocencia.

Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora