Capítulo 30: Diet Mountain Dew.

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Valerie

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Valerie.

  La mañana estaba solitaria, con una leve brisa que acariciaba con delicadeza mi cabello, abrazando con firmeza un escalofrío que me rozaba la capa de mi piel. 
  Avan se fue hace semana y media, y supuestamente, volvería en 5 o 6 días, pero no estaba tan segura de eso. 
   Desperté con simple alegría y entusiasmo, sumada la brisa que refrescaba y creaba un ambiente cómodo. Podía sentir algo en el viento, una sensación que oscilaba y venía con pasión a través del viento. Esa sensación que hacía que quieras hacer algo productivo, como si el ambiente transmitiese las ganas de hacer algo productivo. Podía sentir belleza a alguien, o estabilidad. Era una sensación extraña. 

   A medida que pasaba el tiempo de es tan impacientes dos semanas, salía y entraba de mi departamento para llegar al de él. En su auto iba sacando y metiendo cosas; abrochaba y desabrochaba el cinturón de seguridad, y manejaba media hora tras media hora, haciendo una travesía por toda la ciudad, repitiendo la misma ruta, divisando los mismos paisajes a través del retrovisor. Y como el sol descendía poco a poco, y como pasaba de estar encima de mi cabeza a estar frente a mis rostro. 

   Pero en el transcurrir del tiempo, todo, por alguna razón, comenzó a palidecer. 

¿Se mudará al departamento? —inquirió Libby, a través de la línea telefónica. 

—¡Sí! —Estaba en el apartamento de Avan, recogiendo algunas cosas que me pidió que llevara a mi departamento. 

—Pero, recuerda que es mi departamento —espetó Libby, un poco... ¿molesta? 

Sí, lo sé... 

  No tenía ni idea de lo que ocurrió en ese momento. Pero no tenía ni un ápice de valor de preguntar: «¿Te molesta la idea?». O: «¿Qué sucede? ¿Por qué esa mala expresión».  Esas preguntas en forma de pensamientos, reformuladas una y otra vez en mi cabeza, como si fuese una grabadora. Al principio pensaba que era un malentendido. Una mala y errónea percepción de la idea. Cerré con fuerza los ojos, y dejé que el pensamiento que abundaba en mi cabeza como vagabundo saliese con dificultad: 

—¿Está todo bien? 

 Suspiró. 

—Tú tranquila. —Libby sonaba algo distante, mostrando lo contrario a lo que había dicho—. Pero, ¿no crees que es muy precipitado? Apenas vas con él un mes de novios. 

—Nos conocimos hace seis meses, y comenzamos a salir hace 5 —traté de mostrar mi punto de vista. 

—No sé, Valy. Haz lo que tú quieras —me dijo finalmente. Seca. 

—¿Estás segura? Puedo... —comencé a decir que podía cancelarlo, cosa que, obvio, no haría, pero ella me interrumpió. 

—Sí, Valy. Segura. —Me tranquilizó un poco—. Supongo que ya no te ayudaré a pagar la renta. ¿No?

Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora