Intento De Prólogo.

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Agosto

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Agosto. 2008.

«¡Qué calor! —pensó la chica vistiendo pantalones cortos y una blusa sin mangas en plena noche de Londres».

No estaba ni cerca de hacer "calor".
Era bastante extraño. Un sentimiento burdo pero, al mismo tiempo fenomenal.
Valerie se sentía fenomenal.

La joven caminaba con temblores y la visión no tan clara, levemente borrosa. Sus piernas, expuestas al frío clima, pero el calor que fluía en su espesa sangre, debido a cierta clase de componentes que introdujo en su organismo, comenzaron a sudar.
El piso se movía de un lado a otro. El equilibrio poco a poco estaba abandonando a Valerie, dejándola totalmente perdida en un turbulento pavimento lleno de baches y huecos, que no permitían a la chica caminar de forma correcta.
A punto de caerse, culpa del mal estado del suelo, Valerie cayó de rodillas.
No entendía nada. No comprendía absolutamente ningún objeto que yacía frente a ella o a su rededor. Formas extrañas. Fórmulas no comprendidas, y un efecto morado presente en su visión.
El lugar se hacía cada vez más, más y más borroso. No era posible tener una visión rígida y específica; se sentía ciega.

—¿Estás bien? —acudió una voz detrás de su espalda, aclarando de golpe su dificultosa visión. Una mano se posó sobre su hombro, y un rostro se asomó en su visión.
Era él. Llegó a salvarla.

—Sí, sí. De maravilla. —Sonrió para la mirada del hombre.

—Ven. —Los brazos del hombre sujetaron con fuerza a los de Valerie para levantarla del suelo.
Ella, ya de pie, con el equilibrio recuperado, comenzó a tararear la letra de una canción de forma des-coordinada y sin esfuerzos.

—¿Qué es eso? —señaló con el dedo índice, tembloroso, a la rodilla de Valerie.
Un hilo de sangre, brillando frente a la estridente luz de la luna, comenzó a correr sobre la piel de la joven problemática.

—Oye, es sangre. No te asustes —susurró Valerie, ignorando al potente ardor que comenzó a jugarle en la rodilla.
El chico parpadeó repetidas veces. Creía que si llegaba a frotar sus ojos con fuerza, la sangre brillaría por su ausencia.
El ardor desapareció. El hilo de sangre no.

Un chico y una chica. Una pareja que a simple vista no destacaba en absolutamente nada; con metas perdidas y aficiones desperdiciadas. Una pareja corriente que caminaba por las estridentes y voluptuosas calles de Reino Unido.
Una pareja tormentosa, pero bendecida de belleza y valentía. O eso es lo que ellos mismos pensaban.
Una relación llena de muestras de amor y afecto. De violencia creada entre ellos mismos. Una relación llena de lirios violetas pero con las espinas de doble punta de una rosa.
El estado de ambas personas no estaba en buenos términos. Sus corazones latían fuertemente debido a la presión que ellos mismos se estaban obligando, creando un estado de emoción y adrenalina, ignorando el miedo agazapado en sus mundanas cabezas.
¿Miedo de qué?
De que eso se acabe.

La pareja se apoyó en la sucia pared del callejón que pertenecía a un edificio de 10 pisos.
Valerie se quitó los zapatos de tacón que le aumentaban 10 centímetros a su estatura.

Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora