Valerie.
Avan estaba por llegar, y mi apartamento estaba como un ligero desastre.
Traté de ordenar y limpiar todo lo que estaba a mi alcance.
Agarré la escoba, y comencé a barrer lo mejor que pude. Si había una mancha solo agarraría un trapo húmedo y comenzaría a frotar.
Ordené las cosas y las puse en su respectivo lugar.
Limpié los pulgares sucios pegados en los vidrios y espejos de mi apartamento, cosa que me ha costado mucho: en la sala de estar, hay un ventanal enorme —no es de pared a pared, me gusta enfatizar—, en el cuál puedo ver a Londres entera. A la triste y grisácea Londres. Ya sea de día o de noche, la única diferencia es que, de noche, trae más melancolía y oscuridad.
Tengo en total dos sillones color marrón: uno pequeño y uno grande, lleno de almohadones rojos y cremas. Lo compró Libby, o eso entendí yo, ya que sólo me dijo: «No te diré...». Bueno, el apartamento es de Libby. Lo compró para ella cuando terminó sus estudios y comenzó a trabajar, cuando yo aun estaba en colegio. Me lo dio y comenzó a vivir en una casa mucho mejor, merecida por su esfuerzo y dedicación.Al final, dejó de interesarme.
La puerta entraba directo a la sala, y los sillones miraban a la pared, en la cual debería estar un televisor, pero no he podido comprarlo. No quiero que Libby me ayude esta vez, yo quiero demostrar que puedo hacerlo. No quiero ser abusiva con Elizabeth. Ella me ha dado demasiado para no volver a caer.
La sala da las espaldas a la cocina, que está abierta al estilo americano. La cocina es mi comedor diario. Nunca utilizo el comedor redondo que posa frente al ventanal.
Avan probablemente estaba cerca en ese momento, entonces dejé la limpieza del departamento y me enfoqué en mi limpieza.
Por la limpieza, las gotas de sudor comenzaron a nacer bajo mis axilas, emanando un putrefacto olor.
El agua estaba tibia, lo cual hacía agradable para mi cuerpo. La ducha fue corta y apresurada, y mis pensamientos estaban ocupados en Avan y en la hora en la que llegaría.La preparación para la supuesta pelea, fue en vano. Lo que hace que piense que fui totalmente ridícula e infantil. Libby tenía razón: fui una niña exagerada.
Las gotas caían por las puntas de mi cabello, cayendo a todo lado porque me movía de un lado a otro. No alcancé a secarme el pelo con la secadora, y opté por una toalla que yacía guardada en el baño junto con la botella de vodka.
Comenzaba a ser la hora de llegada de Avan, y él aveces llega temprano como aveces llega tarde. Mi cabello estaba más seco, y me vestí con una blusa blanca que me hacía un poco aprieta, así resaltaba mis atributos, junto con un vaquero azul con botas de campana.
Ya estaba lista, y la casa relucía. Pero, ¿y si Avan quiere algo de comer? ¿O de beber? No he preparado ningún bocadillo para ofrecerle. Pero ya era tarde, Avan probablemente esté a media manzana de mi edificio. Entonces solo preparé jugo de naranja.
Fui a la sala de estar, y comencé a esperar. Afortunadamente, no esperé demasiado: Avan tocó el timbre. Mi corazón no latió desesperadamente como lo hacía de costumbre cuando Avan estaba cerca, lo cual me extrañó.
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Psicodelia: Dueños Del Delirio. #PGP2024
Romance«Avan no podrá ver los demonios que creó en la cabeza de Valerie». Ella es una alcohólica. Él es un adicto. Valerie y Avan. Dos almas tormentosas, llenas de fastidios y rencores creados por ellos mismos y sus adicciones. Pero, gracias a s...