creo.
Bueno, se dijo Wendy, es el momento. Si vas a traer el tema, hazlo ahora o jamás estarás tranquila.
—Danny —empezó, en el tono más casual que pudo—, ¿no te gustaría más que nos fuéramos del «Overlook»? ¿Que no pasáramos aquí el invierno?
Danny se miró las manos.
—Creo que sí —asintió—. Sí, pero es el trabajo de papá.
—A veces —prosiguió ella, cautelosamente—, tengo la idea de que papito también estaría mejor si nos fuéramos.
Pasaron junto a una señal que anunciaba SIDEWINDER 30 KM y Wendy entró con precaución en una curva muy cerrada, puso el coche en segunda.
No quería correr riesgos; esos lugares le daban miedo.
—¿Estás segura de eso? —le preguntó Danny, mirándola atentamente; después sacudió la cabeza—. No, a mí no me parece.
—¿Por qué no?
—Porque está preocupado por nosotros —respondió el chico, eligiendo cuidadosamente las palabras. Era difícil de explicar, porque no era mucho lo que el mismo entendía. Encontró que le volvía a la memoria un incidente que había comentado con el señor Hallorann, el del muchacho que en unos almacenes estaba viendo las radios, con intención de robar una. La situación había sido penosa, pero por lo menos entonces lo que sucedía estaba claro, incluso para el propio Danny, que no era mucho más que un bebé. Pero con los adultos todo era siempre más complicado, ya que cualquier acción posible se teñía con la idea de las consecuencias, la empañaban las dudas, la imagen de si mismo , los sentimientos de amor y de responsabilidad. Parecía que todas las elecciones posibles tuvieran alguna desventaja, y a veces Danny no entendía por qué esas desventajas eran desventajas. Era muy difícil.
—Piensa... —volvió a empezar Danny, y miró rápidamente a su madre.
Wendy no lo miraba, tenía los ojos puestos en el camino, y el chico sintió que podía seguir.
—Piensa que tal vez nos sentiremos solos. Y además piensa que este lugar le gusta y que para nosotros es bueno. Papá nos quiere y no quiere que nos sintamos solos... ni tristes, pero piensa que aún si lo estamos, es posible que sea para bien ALALARGA. ¿Tú sabes lo que es ALALARGA?
—Sí, tesoro, lo sé.
—Y le preocupa que si nos vamos tal vez no consiga otro trabajo. Que tengamos que pedir o algo así.
—¿Eso es todo?
—No, pero lo demás está todo mezclado, porque él ahora es diferente.
—Sí —asintió Wendy, casi en un suspiro. La pendiente se hizo menos abrupta y ella volvió cautelosamente a la tercera.
—Te juro por Dios que todo esto no lo estoy inventando, mami.
—Ya lo sé —le sonrió Wendy—. ¿Te lo dijo Tony?
—No, pero lo sé. ¿Ese doctor no creyó en Tony, no es cierto?
—No te preocupes por el doctor. Yo sí creo en Tony. No sé qué es ni quién es, si es una parte especial de ti o si viene de... fuera, pero creo en él, Danny. Y si tú... si Tony piensa que debemos irnos, nos iremos. Nos iremos tú y yo y nos reuniremos de nuevo con papito en la primavera.
El chico la miró, con súbita esperanza.
—¿A dónde? ¿A un motel?
—Tesoro, un motel es muy caro para nosotros. Nos iríamos a casa de mi madre.
En el rostro de Danny, la esperanza se extinguió.
—Yo sé... —empezó, y se detuvo.
—¿Qué?
—Nada —farfulló el chico.
Como la pendiente había vuelto a acentuarse. Wendy pasó a segunda.
—No digas eso, doc, por favor. Creo que hace semanas que deberíamos haber hablado de esto. Por favor, dime qué es lo que sabes, que yo no me enojaré. No puedo enojarme, porque esto es demasiado importante. Háblame con toda sinceridad.
—Sé como te sientes tú con ella —respondió Danny, y suspiró.
—¿Cómo me siento?
—Mal —declaró Danny y siguió enumerando en un sobrecogedor sonsonete—: Mal. Triste. Furiosa. Te sientes como si ella no fuera tu mamá.
Como si quisiera comerte —la miró asustado—. Y a mí no me gusta estar allí.
Ella siempre está pensando cómo puede ser conmigo mejor que tú, y cómo puede apartarme de ti. Mami, no quiero ir allá. Prefiero estar en el
«Overlook» y no allá.
Wendy estaba atónita. ¿Tan malas eran las cosas entre ella y su madre? Dios, qué infierno para el chico si era así y él podía realmente leer el pensamiento. De pronto se sintió más desnuda que si estuviera desnuda, como si la hubieran sorprendido haciendo alguna obscenidad.
—Está bien —lo tranquilizó—. Está muy bien, Danny.
—Estás enfadada conmigo —dijo él con una vocecita próxima a las lágrimas.
—No, de veras que no, sólo estoy sorprendida —iban pasando frente a un cartel que anunciaba SIDEWINDER 25 KM, y Wendy se relajó un poco. A partir de allí el camino era mejor.
—Quiero preguntarte algo más, Danny, y quiero que me lo contestes con toda la sinceridad que puedas. ¿Lo harás?
—Sí, mami —la respuesta del chico era un susurro.
—¿Papito no ha vuelto a beber?
—No —respondió Danny, y ahogó las dos palabras que se le habían formado en los labios después de la negación escueta: Todavía no.
Wendy se tranquilizó un poco más. Apoyó la mano sobre el tejano que enfundaba la pierna de su hijo y se la apretó.
—Papito se ha esforzado muchísimo, porque nos quiere —expresó en voz baja—. Y nosotros también lo queremos, ¿verdad?
Él chico asintió en silencio, gravemente. Wendy siguió hablando, casi como para sí misma.
—Sin ser perfecto, se ha esforzado... Danny, ¡se ha esforzado tanto!
Cuando... dejó... pasó por una especie de infierno. Y todavía lo está pasando.
Creo que si no hubiera sido por nosotros, habría dejado de luchar. Quiero hacer lo que está bien, pero no sé. ¿Tendríamos que irnos? ¿O quedarnos? Es como elegir entre la sartén y las brasas.
—Sí, lo sé.
—¿Tú harías algo por mí, doc?
—¿Qué?
—Intenta hacer que venga Tony. Ahora. Pregúntale si estamos seguros en el «Overlook».
—Ya lo intenté, esta mañana
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El Respalndor
Детектив / ТриллерEsta historia no me pertencece en lo absoluto Escritor Original: Sthephen King Saque el libro de una pagina de Internet, para ser claros, lo saque de www.librosdemario.com, como ya dije al principio el libro no me pertenece,solo lo resubi en esta pl...