Anne llegó a la mansión como una nana para Alexeil. No parecía necesitarla porque era un niño bastante tranquilo y obediente. Adorable.
Era una mujer extraña, una mujer con miradas extrañas dirigidas a él y a su padre —¿Alguna vez has besado a una chica?
El niño negó con su cabeza, era bastante tímido.
— ¿Te gustaría?
Alexeil ni siquiera entendía el significado de esas palabras e incómodo se removió, pero ella le tocó la mejilla suave —Tu familia me jodió tanto... —dijo con una sonrisa —Ahora, yo te joderé.
Beso al niño, se acomodó sobre él y sus labios se clavaron en los de Alexeil; era brusca y él intentó apartarla, pero solo tenía diez años.
La chica le bajó los pantalones y empezó a tocarlo: en las partes que siempre le habían advertido que nadie debía tocar.
Se hundió en él, esperaba que ella lo dejara en paz, que no continuará moviéndose así y pronto terminó todo cuando algo salió de su cuerpo. Algo que ni siquiera entendía.
Anne limpió el labial corrido — ¿Qué tal? Así sabrás qué hacer con las chicas en el futuro.
Incómodo y un poco asustado se subió la ropa y salió corriendo de la habitación, él no entendía lo que ella le hacía.
Pero desde ese momento sintió una terrible sensación de suciedad, odiaba ver a las mujeres lanzándose sobre él, cuando lo tocaban sin que lo quisiera el asco solia ser la sensación más común.
Eso solía sucederle en la escuela también; las chicas e incluso algunos chicos lo buscaban. Cuando creía sentirse cómodo se daba cuenta de que ellas extendían sus manos con la intención de tocarlo y terminaba llegando a casa. Lavándose hasta que se le enrojeció la piel.
Lloraba cuando era niño la mayor parte del tiempo y así era él, dulce. Pero lo peor de todo fue cuando se escondió de Anne bajo la cama de su padre y su madre.
Ese día, su madre dijo que iría a visitar a la abuela y su padre entró por la puerta de la habitación besándole los labios a esa mujer. Su madre había dicho: que solo se podían besar entre esposos y solo así, un hombre y una mujer compartían el lecho.
Anne no era la esposa de su padre.
Se tapó los oídos al escuchar esos sonidos extraños y las palabras de su padre al referirse a Anne: Puta, perra o que le introduciría su verga.
—Vístete. Pronto llegará mi esposa.
Esperó un largo rato hasta que por fin se habían ido Audrey, sacudió su cabeza y levantó las bragas de la alfombra para ponérselas.
Sacó un cigarrillo y con él en la boca; habló haciendo crujir el encendedor al tratar de sacar la llama— ¿Qué haces ahí?
Dejó caer la mitad de su cuerpo por debajo de la cama, los cabellos de ella colgaban y lo miró con sus ojos verde oliva y pequeños. —Buuu.... —Le tiró el humo en la cara a Alexeil.
Salió corriendo escaleras abajo asustado y Anne se rio a carcajadas mientras salía con todo su pecho descubierto por ver la reacción del niño inocente.
cuando escuchó llegar a su madre y ella con una sonrisa lo recibió agachándose un poco para acariciarle los cabellos cobrizos— ¡Mamá! Odio a Anne... la odio.
—¿Qué pasa cariño?
Su padre estaba allí por lo que interrumpió besando los labios de su madre — ¿y eso? — Angieskra emocionada lo abrazo.
ESTÁS LEYENDO
Verónica
RomanceEran sus sentimientos prohibidos, tan inevitables; que los alentaron a probar los sabores agridulces de la profanación. Alexeil Arkádievich, sintió a su hija aferrarse, ella lloraba -te amo papá - y evitando que alguien la descubriera, él recubrió e...