Capítulo 28

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Verónica se quedó a dormir en la casa de los Parisi. La señora insistió porque quería mostrarle su orgullosa colección de vajillas. Además, la niña llamada Susana estaba obsesionada con ir a ver una película.

De todas formas, nadie la esperaba en casa.

Se quedó dormida con Susana en la habitación de Victoria viendo 500 días con summer. Su padre le había escrito un montón de mensajes ese día y ella se rio mordisqueándose la uña del dedo pulgar.

—¿Con quién hablas?— La chica que estaba sonriendo alumbrada por la luz blanca, bloqueó su teléfono.

—Con mi padre —Un mensaje de buenas noches llegó y la pequeña Susana vio la foto de él.

—¿Edmon? —Le quitó el teléfono a Verónica.

La ojiverde se asustó mucho, empalideció enojada y se lo rapó antes de que viera que tenía fotos, mensajes un poco... «Sugerentes».

—¿Por qué tienes una foto de mi hermano?—La pelirroja miró y no, no era el hermano de nadie. Era Alexeil.

—Él es mi padre...No tiene ningún hermano.

Le mostró claramente la foto y en ese momento Susana se calmó —Se parece a mi hermano Edmon.

La pelirroja se rio. No creía posible que alguien se pareciera a su padre porque él era...bueno. No era una belleza común.

Pero al día siguiente casi suelta su té en el desayuno.

—¡Hermano!

Los párpados de Verónica estaban abriéndose y cerrándose tanto como podían. No podía articular palabras ni siquiera. Ojos azul cristalino, cabello cobrizo... la altura era la misma, la proporción de hombros y por supuesto, había diferencias en la mandíbula, en la forma del cabello también, pero si lo colocaran al lado de su padre no habría duda de que este hombre que venía a recoger a su hermana menor era un intento de clon de su padre.

—¡Edmon!

La mandíbula de Verónica casi se le cae. Lo siguió con la vista y el tipo no hablaba mucho en realidad. Su voz era distinta, mucho más seca.

Sin embargo, miró a la pequeña pelirroja y ambos cruzaron sus miradas por un largo rato —Ella es la hija de Alexeil Arkádievich.

Su mirada fue mucho más curiosa y luego habló lentamente —Es un placer—Extendió su mano —¿Cómo está Angieskra?

—¿Mi abuela? —Las pestañas de él subieron por la extraña respuesta— Quiero decir... Ella está bien—Estaba tan perdida que la taza finalmente se le cayó de los dedos. Tenía un rostro de tragedia porque era la valiosa vajilla de la señora Parisi.

La miró por un momento antes de bajar por instinto al piso a recoger los trozos y Chiara estaba a punto de desmayarse al ver los trozos en el suelo.

Edmon como caballero también se acercó a ayudarle y ella negó nerviosa—No, no. Está bien. Se lo pagaré señora Parisi. Perdón... es que... yo.

Una sonrisa amplia se dibujó en su rostro, parecía estarse divirtiendo con la cara de la pelirroja.

El hijo mayor de Leandro desde hace muchos años no se reía, ni siquiera un poco. Todos, absolutamente todos no se rieron con él. Sino, se quedaron pasmados, impresionados de ver su risa. La causante fue esa pequeña pelirroja y se dio cuenta —Lo siento. Hace mucho no me parecía una mujer tan bonita y graciosa.

Había dicho «mujer...bonita...graciosa». Los Parisi aún más desconcertados vieron cómo el hombre le tiró de forma abierta un cumplido a una chica de diecisiete de forma coqueta.

VerónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora