Capítulo 48

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Capítulo 48

Los labios carmesí titubearon al enfrentarse a la cena familiar que se desarrollaba en la casa. Verónica estaba al lado derecho de la silla principal; donde se sentaba Alexeil, a su lado izquierdo estaba Angieskra con la cucharada en la boca, Diana frente a sus hijos sin muchas ganas de comer. Solo bajo porque Darían prácticamente la arrastró. Yelenna estaba al lado de Dylan con desinterés porque no le gustaba mucho la sopa, a la espera de que trajeran el siguiente plato. La mujer ya había despedido a su hija para que se fuera a otro país para pasar unas vacaciones indefinidas. Eso le daba paz porque no quería que la secuestraran o algo parecido. La última en llegar fue Zaric que estaba al otro extremo de la mesa, frente a Alexeil.

—¿Cómo estuvo tu semana, querida? —Le habló a Verónica mientras bebía la deliciosa sopa.

—Quieren que me encargue del discurso de graduación —. Verónica quería ser cálida con la cena en su casa porque lo había estado pensando y decidió que se iría a vivir con su madre hasta la graduación. Solo que su pareja no parecía saberlo. —Y no he escrito nada...

—Ya veo —. Exhaló de forma sonora —Me recuerdas a mi juventud en Rusia.

—¿Y de eso hace cuanto? — Preguntó Darían con una risilla mientras agarraba mas crema de leche para ponerle a su sopa —Debió ser un largo largo largo tiempo ¿No?

—¡Darían! —Lo reprendió Diana.

Zaric abrió su boca muy molesta —Darían Arkadievich tienes suerte de ser mi familiar porque de no ser así haría de Vladislav te cortarta esa lengua que tienes —. Se pasó las manos por su cabello.

Dylan esbozó una sonrisa con la cuchara cerca de sus labios. —Tía, pero si tu eres una escultura griega, la perla de la belleza y elegancia rusa —. Al decirlo logró sacarle una carcajada a la vieja.

Darían casi se atraganta —Por dios, Dylan ¿No te revisaron los ojos hace un mes?

Hasta Alexeil tuvo que toser para no reírse del comentario. Se aclaró la garganta y Verónica le pellizcó un poco por debajo de la mesa para que no hicieran sentir mal a la mujer —Darían eso fue descortés— Luego miró a Zaric —Eres maravillosa y lo sabes.

—Descortés sería decirle una mentira a mi familia —. Se tocó el pecho como si fuera a cantar el himno nacional —Y en mis valores jamás me han inculcado decir alguna mentira —. Brincó un poco porque su madre le dio un puntapié del que tuvo que aguantar soltar el alarido por la punta afilada de su zapato —Estoy jugando tía. Eres hermosa para tu edad —Le intentó dar otro, pero falló porque esta vez no lo agarró desprevenido.

—Tranquilo querido. La edad trae otras cosas aparte de una belleza madura —. Uno de los meseros sirvió más vino en su copa —Y eso es que me importa muy poco la opinión de un chiquillo con lengua afilada —. Agradeció con un movimiento de cabeza para continuar con su comida. —Pero somos Arkadievich... lo nuestro es apuñalar con palabras ¿O no?

—¿Cuánto tiempo te quedarás? —Yelenna se lo preguntó un poco inquieta porque la ponía de los nervios estar con su madre —Kai debe extrañarte —. No quería sonar como una hija que deseaba echar a su madre.

—Veremos, mi niña... No tengo una fecha definida —. La miró un poco decepcionada. Su hija no hacía absolutamente nada; era una vividora igual que su nieta. —Sé que no te gusta estar conmigo.

—¿Qué dices? Me encanta estar contigo hasta que te pones pesada con lo de que debería montar un negocio o algo.

—No me equivoco, mi amor. Deberías tener tu propio dinero —. Le tocó el hombro un poco —Es importante que tengas algo que hacer para no envejecer rápido y para darle un poco de propósito a tu vida. Mucha gente desearía estar en tu posición para cumplir sus sueños con la facilidad de solo tener que chasquear los dedos.

VerónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora