Capítulo 19

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En la madrugada, en su sueño ligero: despertó buscando a Alexeil entre las sábanas. Estaba boca abajo y él se estaba acomodando las mangas de la camisa.

Al ver los párpados de ella balancearse, se acercó para besarle la sien —Les diré que estas enferma si no quieres ir al instituto.

—Si—murmuró somnolienta.

—Tengo algo que hacer.

Le acariciaba los hilos rojizos, luego bajó por la parte superior de su espalda— parece irreal lo que hicimos anoche.

—Lo haré hasta que sea real, bombón.

Ella lo agarró con las sábanas cubriendo el cuerpo y se sentó en sus piernas. Los labios inferiores de ambos jugaron para morderse.

—¿No vas a irte como la vez anterior?

—Me iré solo contigo.

Después de unos besos, la levantó en brazos —¡bajame! — dio vueltas con ella y la tiró en la cama esponjosa que la recibió, hundiéndose entre las colchas, con una risa despreocupada.

La sonrisa juguetona de él se vislumbró al verla incorporarse con ambas manos, cubierta por las sábanas que se habían bajado un poco y la luz de la mañana brillaba sobre su piel, sobre los pechos redondos.

Se acercó y ella se aproximó también para tomar su rostro con ambas manos, sus delgados dedos lo aprisionaron para besarlo —Ten un buen día, papi —se apartó sin dejar de mirarlo y ella fue la que lo siguió con sus pupilas como una depredadora.

Salió de allí cerrando de nuevo y la chica se dejó caer de espaldas balanceando sus pies emocionada. Se comprimió el pecho cruzando sus brazos en los hombros con una cara de satisfacción.

*

Victoria se sacudió el cabello mientras se sacaba el cigarrillo de la boca para botar la colilla en el cenicero.

— No, no, no... Tienes que negociar con ellos.

¡Pásame a Ricardo!— se llevó su habano a la boca mientras esperaba impaciente. — ¡Dio Mio! Come possono essere così stupidi? — "¿cómo puede ser tan estúpido?". Su padre gritaba en el teléfono apoyado sobre el barandal de la terraza. Usaba un traje de corte italiano, marrón  —Averigua quién es el responsable de la muerte de esa mocosa de hace veinte años. Si no nos adelantamos este pueblo volverá a ser un baño de sangre —Suspiró molesto— protegeré a la mia famiglia. Antes que proteger mis alianzas con esos rusos —colgó.

Continuaba insultando entre dientes y rascándose las líneas de expresión de su frente — ¿Dónde está el marica de tu hijo?

—¿Cómo? — La madre de Victoria lo miró entornando los ojos, ella estaba en la mesa contigua a la de ella jugando cartas con sus tías.

—Víctor, mujer... Víctor.

En ese momento el hermano de Victoria se movió entre las mesas, estaba vestido en un traje hermosamente confeccionado y una rosa roja se posaba sobre el bolsillo de su saco blanco. Los rizos color miel ondeaban perfectamente. Sus ojos grises miraron a su querida Victoria y luego volvió a mirar a su padre.

Sin duda era el muchacho más guapo de todos los Parisi —¡Padre! — Siempre estaba sonriendo amablemente y cuando se aproximó le dio una cachetada. Solo se limpió las comisuras de su boca y la apretó.

—¡Otra vez estabas perdiendo el tiempo! ¡¿Dónde estuviste?!

—¡No! Ya te lo he dicho. Estaba en casa de Carlo —Le dio otra bofetada en la otra mejilla y su madre se paró disgustada posicionándose en medio de los dos.

VerónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora